El análisis de la esperanza de vida como indicación de la sobremortalidad

Como otro instrumento más de la campaña de pánico y confusión interesada sobre el letalidad del virus, se ha dicho que la esperanza de vida se ha reducido de 84 años a 82,40.  Nuevamente el análisis de los datos presentados al publico demuestra justo lo contario de la idea engañosa que se pretende insertar en la ciudadanía.

La edad media de muerte con COVID está cifrada en unos 86 años. Eso teniendo en cuenta que los hombres sufren una mortalidad superior a las mujeres, tanto en bruto como por sector de edad.

La esperanza de vida se calcula en base a las tablas de supervivencia, por lo que sería lógico pensar que para que baje la esperanza de vida la importante cifra de 1,6 años, debería ser más baja que la del año anterior, y además serlo de una forma apreciable, dado que el impacto sobre la mortalidad de 2020, incluso asumiendo por ciertas las cifras oficiales solo representaría el 13% de los fallecidos

Es por ello inconsistente que se pueda atribuir a los fallecidos con COVID la reducción de la esperanza de vida. Pero entonces, ¿Cuál es la causa de que la gente se muera más joven?

La respuesta creo que es evidente. Está existiendo una sobremortalidad como consecuencia de la gestión del COVID, que además produce muertes muy prematuras sobre las esperables. Es decir, la gestión del COVID, y su pretendido afán de salvar vidas, no solo no lo hace, sino que arranca la vida a gente mucho más joven de la que muere con COVID. Las mascarillas, la angustia, o la falta de atención sanitaria produce muertes prematuras y evitables.

La pregunta es ¿Cómo los epidemiólogos y la clase médica no son conscientes de este hecho?. ¿o si lo son y se oculta?