El gran filosofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche dijo que “el individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo. Evidentemente el concepto de individuo de Nietzsche, parece alejarse bastante del comúnmente aceptado por nuestra sociedad.
Una novela que creo que todo joven debe leer es “El señor de las moscas”. Personalmente no creo que sea una de las mejores obras literarias de la historia, pero aun así es una historia que se deja leer muy bien y que resulta tremendamente aleccionadora y ejemplarizante, describiendo la más oscura naturaleza humana. Una de mis frases favoritas de dicho libro es “mi padre me conto la teoría de un tal Rosseau, según la cual el hombrees bueno por naturaleza pero la sociedad lo hace malvado….. creo que tu padre te tomaba el pelo”.
El señor de las moscas explora el sórdido mundo de la maldad humana de mano de un grupo de niños que como consecuencia de un accidente de avión, quedan abandonados a su suerte en una isla. Tal como una tribu, deben buscar la forma de organizarse y sobrevivir, mientras se produce una lucha por el poder y el liderazgo entre aquellos más sensatos, y quienes guiados por sus instintos primitivos y su sadismo, emplean el miedo a lo desconocido, y el más tenebroso atavismo para amalgamar a las masas emocionalmente peor dotadas en torno a un liderazgo basado en el miedo.
Hace no muchos años, Anna Gabriel Sabaté, una acomplejada descendiente de charnegos “arremetida” a independentista militante de la CUP, nos regalaba otras de sus perlas intelectuales que no hace sino degradar hasta límites insospechados el valor de las titulaciones universitarias catalanas que presume tener. Desde luego que si una descerebrada como esta ha sido capaz superar los estudios de educación social y derecho de la universidad catalana, el valor de dichos títulos, es menor que el del papel en que están impresos. Afirmaba sin inmutarse, con de tener hijos desearía educarlos en la “tribu”.
Otra de las muchas payasadas a las que nos tiene acostumbrados la izquierda sectaria, dogmática y liberticida y su “superioridad moral”, que parece anima un dura competencia para decir o hacer la barbaridad más grande, y lograr el aplauso rabiar de su público extremofilo, siempre solícito a encontrar el sesgo de confirmación a su ansia de odio y violencia.
Estas palabras no puede sino hacer reflexionar sobre el oscuro concepto que estos iluminados tienen de la sociedad, y sus ocultos proyectos para transformarla (retrotraerla), en aquello que esta imbécil bien definió como tribu o tribus, tal y como su primitivo, limitado e infraevolucionado cerebro, era capaz de entender la organización social.
Lo cierto es que siempre he visto como una mera secta a esta amalgama de grupúsculos radicales, cuyos múltiples y disparatados fines, confluyen en el común odio al “sistema” (España y los españoles) y su deseo de destruirlo (no mejorarlo), para imponer sobre toda la sociedad, sus ideologías totalitarias y alienantes. Otra más, que añadir a las del resto de ideologías a diestras y siniestras, aunque esta quizá es más destructiva, por su absoluto desprecio hacia cualquiera que no comulgue con sus ideas, su deseo de imposición a cualquier precio sobre toda la sociedad, y su visión revanchista y trasnochada de la historia y del presente.
Pero hay que reconocer que la charnega acomplejada tuvo un gran acierto al definir su particular visión de la sociedad que desea. Resulta pues que a esta feminazi progresista, le gustaría retrotraer a la sociedad (espero en este caso que solo la Catalana), a los tiempos de prehistoria, a un tiempo pretérito anterior a las organización social humana que dio lugar a las grandes civilizaciones y por ende al actual desarrollo tecnológico y cultural del que disfrutamos y del que bien se aprovecha ella.
Y es que la tribu, no deja de ser la organización más elemental de la sociedad humana. Lo más parecido a una manada de lobos, en cuanto a estructura y organización jerárquica. Cuando cualquier de nosotros piensa en una tribu, seguro le vienen a la mente los indios norteamericanos aniquilados por la civilización occidental hace 200 años o más recientemente los indios del amazonas, ahora en peligro de extinción. Lo cierto es que es la forma en que las sociedades más primitivas y menos evolucionadas son capaces de organizarse, y es al parecer, la única forma de organización que es capaz de alcanzar a entender la graduada en educación social de la CUP
No es de extrañar en el fondo que este sea el concepto ideal de sociedad de los profundos ideólogos podemitas y sus asimilados. Hay que reconocer que en el último año han dado probadas muestras de sus limitaciones intelectuales agravadas por las dispensas ideológicas que tan bien definió el filosofo francés Jean Francois Revel,:
- Dispensa intelectual, que consiste en retener solo los hechos favorables a la tesis que se sostiene incluso en inventarlos totalmente y en negar los otros, omitirlos, olvidarlos, impedir que sea conocidos
- Dispensa practica, que suprime el criterio e la eficacia, quita todo valor de refutación a los fracaso
- Dispensa moral, que abole toda noción de bien y mal para los actores ideológicos, o mas bien, el servicio de la ideología es el que ocupa el lugar de la moral
Alguien podría pensar que esto es un caso extremo y excepcional que no responde a la generalidad de la forma de pensar y actuar de estos mamarrachos aupados por una mediocracia apática y desesperada. Pero lo cierto que en esta “tribu”, hay más tontos que botellines, que diría Carlos Herrera.
El trasfondo de todo esto, da bastante miedo. Es preocupante que en el siglo XXI, haya gente que educada en un país occidental y bajo el imperio de los valores del humanismo nacido del horror de la era de los totalitarismos fuertes del siglo XX, tenga una mentalidad tan retrograda. Sorprende que aun estando tan recientes en la historia los efectos de las dictaduras socializantes alienadoras de la voluntad individual, 30 años después de la caída del muro de Berlín, y cuando vemos en directo las desoladoras consecuencias de la reciente era de populismo totalitario en Iberoamérica, en forma de colas y peleas para conseguir un rollo de papel higiénico, niñatos/as acomodados sueñen con volver a repetir los errores de sus padres y abuelos.
El verdadero trasfondo de estas ideas atávicas y primitivas, es el odio de estos sectarios a las instituciones que dificultan en impiden la alienación social del individuo, y por tanto su sometimiento al sistema que pretenden (sueñan) imponer. La iglesia o la familia, siempre han sido obstáculos para el control mental de las masas por diferentes motivos. En el caso de la familia, es bien conocido, que los más vulnerables a caer en las redes de una secta, son aquellos que carecen del apoyo y respaldo de una familia que les ayude material y moralmente en los malos momentos. Es entonces cuando la secta toma el lugar de la familia, y la persona busca en la secta el sentimiento de pertenencia del que carece. Por ello, no es de extrañar que esta gentuza desease que los niños carecieran de una familia que impidiese el correcto adoctrinamiento y manipulación para lograr una buena masa de borregos que hacer desfilar marcialmente algún días bajo la atenta mirada del líder, mientras sus procreadores (padre biológicos) aplauden hasta dolerles las manos como en Corea del Norte.
Lo peor no es que este reservorio de odio andante dijera desear que sus hijos se educaran en una comuna tribal, es su derecho pensarlo, (aunque probablemente no hacerlo), sino que en realidad lo que les gustaría estos resentidos trasnochados, seria imponer esos criterios al resto de la sociedad, ese 90% de la población (9 de cada 10), que no comulga con su religión laicista. El verdadero objetivo, no es adoctrinar a esas pobres criaturas que maman desde la cuna el odio de sus padres, sino precisamente los hijos de aquellos, que pretenden educar a sus hijos en el respeto a los demás y en el pensamiento libre.
De hecho siquiera los regímenes más abyectos han llegado a tanto. Siquiera los Nacionalsocialistas alemanes, los Soviets o incluso Korea del Norte se han atrevido a llevar sus políticas socializantes tan lejos. Solo un régimen se ha acercado a la utopía que esta, y otros muchos radicales extremistas desean, La república de los Khmers rouge en Camboya. Un régimen capaz de exterminar a un tercio de la población en cinco años, y donde jóvenes armados con AK 47 mataban a cualquiera por el simple hecho de llevar gafas y se animaba a los niños a denunciar y luego asesinar a sus propios padres.
Parece exagerado, pero a veces la frontera entre los posible y lo real, es simplemente un marco jurídico. La tribu de esa “educadora social”, era la misma que aplaude a ETA y Al Qaeda, la que grita asesino al padre de un preso político Venezolano, los que justifican la violencia extrema contra la policía o respalda a unos energúmenos que agreden a una embarazada que se niega a cerrar su tienda. Son violentos por naturaleza, y si no dan más rienda suelta a sus impulsos agresivos, es simplemente porque las fuerzas de seguridad del Estado y la Justicia se lo impedirían. Igual que se describe en el señor de las moscas, cuando desaparecen las normas que regulan la convivencia y se percibe la impunidad, se impone la ley del más fuerte.
Lo sorprendente no es que en una sociedad de 45 millones de personas pueda haber varias decenas de miles de descerebrados sociópatas y amorales. Lo preocupante es que se les de visibilidad publica en los medios de comunicación y que logren representabilidad social. Una sociedad donde este tipo de sujetos es capaz de alcanzar poder de influencia social, tiene un grave problema. Que millones de personas compartan apoyen, o simplemente justifiquen las mamarrachadas de estos sujetos, demuestra hasta qué punto ha degenerado la ciudadanía.
Sin embargo, no conviene perder de vista a quienes han alimentado el monstruo, y creado las condiciones apropiadas para que este virus se extienda y propague entre la sociedad, la “clase” política. Lo cierto es que la superestructura social durante años se ha esforzado en aborregar a la ciudadanía en su beneficio, hasta que esta práctica se ha vuelto en su contra. Durante años han actuado impunemente en su propio beneficio, han despreciado a los ciudadanos y los han llevado a la desesperanza, convencidos que el bipartidismo no les dejaría forma de expresar su oposición.
No deja de ser curioso como la sociedad de mediocres que tanto se han esforzado en crear. Esa misma que han conseguido que se deje gobernar por gente cuya media intelectual siquiera alcanza la normalidad estadística (idiocracia), puede caer ahora entre lamentos en manos de descerebrados ideologizados aun menos capaces intelectualmente que ellos mismos.
Cuando Nietzsche dijo que “el individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu”. Probablemente no se refería a la persona, sino a esa parte de él que le hace desear ser libre e independiente, una lucha mas interior, que contra el propio sistema. “Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”. Desgraciadamente en ciertos regímenes el precio del privilegio de pretender ser uno mismo, SI es demasiado alto.
Quien es piadoso con los crueles acaba por ser cruel con los piadosos
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