Absentismo laboral. El elefante en la habitación
Mucho se está hablando sobre el colapso de la Sanidad, achacándolo a la falta de personal sanitario.
Sin embargo los datos indican que los recursos humanos y materiales dedicados a la Sanidad no han dejado de crecen en los últimos años, incluso mucho más de lo que aparentemente lo debieran haber hecho las necesidades. Y ello sin considerar la mejora de la productividad debida a las mejoras tecnológicas, científicas y de gestión, que deben aplicar a la prevención y el diagnostico.
En una entrada anterior ya se mostró la falsedad de esa presunta falta de recursos en la sanidad pública, mediante un análisis de las necesidades de atención sanitaria y de los medios disponibles, comparándolos además con los de otros países y los de la sanidad privada.
Por tanto el actual deterioro de sanitaria pública debiera tener su razón de ser en un deterioro de la Salud general de la población que aumentara las necesidades de atención. Sin embargo, a pesar de la percepción social generalizada de un empeoramiento de la Salud desde el inicio de la “inmunización” masiva de la población, desde la Administración, y especialmente desde el sector médico hay un sospechoso silencio al respecto.
Es casi imposible encontrar datos contrastables que permitan analizar y evaluar que está pasando con la Salud de los españoles. Así que como buen heterodoxo, he buscado un indicador indirecto para intentar responder a esa inquietud que invade a una parte sustancial de la sociedad.
Para ello he buscado información sobre el absentismo laboral, entendiendo que la evolución de la parte sanitaria de la misma pude ser extrapolada a la situación del estado de Salud general.
El primer paso ha sido encontrar una fuente fiable, y sobre todo estable, de datos en el tiempo que permita comparabilidad y ver la evolución del indicador. Para ello he usado los informes trimestrales que ofrece Randstad al respecto.
Con los datos extraídos he realizado la siguiente tabla que muestra la evolución trimestral por años tanto del absentismo total como del debido a causas sanitarias. De esta forma se puede ver la situación previa a la pandemia durante al año 2019, la de la pandemia, entre 2020 y hasta el segundo trimestre de 2021, y la de la postpandemia, a partir de dicha fecha, cuando la mayor parte de la población había sido “inmunizada” contra el COVID.
Los datos del primer trimestre de 2020 no pude encontrarlos, aunque no creo que sean relevantes para el análisis y conclusiones
Se puede observar que durante el año 2019 el absentismo laboral por razones médicas se fijaba en el entorno del 3,8% salvo durante el tercer trimestre que se reducía coincidiendo con el periodo estival.
En el año 2020 en plena pandemia que amenaza la vida sobre la faz de la tierra, tal y como advertían los noticiarios en dosis de mañana tarde y noche, aumentó el número de bajas médicas laborales, especialmente durante el segundo trimestre coincidiendo con la primera ola y el confinamiento. Sin embargo, ese incremento no llegó al 30%, sobre el dato del año anterior. En bruto de un 3,8% se pasa un 4,9%. Es decir un 1,1% más. Unos 200000 bajas más cada día.
En los trimestres siguientes de 2020 se va atenuando ese impacto sanitario, bajando primero al 20% en verano, y al 15% en el último trimestre, a pesar del enorme alarmismo generalizado que se trasladaba a la sociedad.
Durante el primer semestre de 2021, se mantiene esa tendencia. 23% en el primer trimestre y 15% en el segundo.
Sin embargo cupiera una recuperación de la Salud general tras el programa de “inmunización” masivo de la sociedad que alcanzó a más del 85% de la población activa, y que según aún se sostiene, reducía de forma significativa el riesgo de contagio y de agravamiento de la enfermedad en el caso remoto de contraerla.
Todo ello sin contar con que como cualquier pandemia a lo largo de la Historia, incluso sin la existencia de vacunas, a medida que pasa el tiempo la olas se van suavizando y lo efectos aminorando, reduciendo progresivamente su impacto.
Pero lo datos oficiales no confirman la expectativa ni el relato.
En vez de reducirse las cifras de bajas médicas, durante el segundo semestre de 2021 se mantiene en registro similares a los del año 2020, cuando del COVID a decir de los informativos diezmaba a los españoles, y hasta nos lo explicaban con muñecos entubados en las UCIs simulando ser pacientes.
Pero lo más llamativo es que en 2022 los datos no han ido mejorando, sino que contra toda lógica siguen aumentado respecto a los del año anterior, 2021. Y aún más si los comparamos con los datos de 2019.
I T 50%
IIT 26%
IIIT 23%
IV T 21%
De hecho si se comparan con los de 2020, el año de pleno auge de la pandemia, son similares.
Destaca especialmente el dato del primer trimestre, que en parte puede ser debido a las masivas bajas medicas por diagnostico de COVID en enero de 2022. A pesar de ser bajas de corta duración, fueron millones los “inmunizados” empeñados en negar la realidad de la “ciencia” al respecto de su estado de imposibilidad de infectarse y contraer síntomas compatibles con el COVID.
En cualquier caso los datos del resto del año indican que el estado de Salud general de las personas en edad de trabajar ha empeorado, y a partir del segundo trimestre de 2022 no se puede achacar al COVID este agravamiento general de la salud.
¿Cuál es la razón?.
Se ha intentado justificar como un conjunto de síntomas englobado en el llamado COVID persistente, cuya causa curiosamente seria el daño que genera la proteína spike, el mismo producto que estimula a crear las terapias génicas de ARNm en el organismo, y que ha demostrado ser la causa de los daños multiorgánicos del COVID.
Dentro de la sociedad empieza extenderse la sospecha de que el estado de Salud ha empeorado como consecuencia del masivo programa de inmunización, por el popular método de la observación directa del estado de Salud propio, y del entorno familiar, profesional y social.
Sería muy fácil tranquilizar a la sociedad a este respecto. Tan sólo sería necesario hacer un estudio sobre la estado de salud de la población, comparando al grupo de los que participaron en el experimento génico y los que no.
De ser cierto que el llamado COVID persistente existe, y es la causa que justifica el empeoramiento de la Salud, deberían ser los no inmunizados, mucho más expuestos al virus, sus principales víctimas.
Sin embargo, no parece haber ningún interés en evaluar el estado de Salud de las personas que fueron expuestas a un producto experimental con autorización de emergencia, y del que informes oficiales muestran ahora que sus estudios iniciales de seguridad y eficacia fueron manipulados. De hecho parece ahora haber interés en eliminar los registros de vacunados a instancias de la OMS para dificultar cualquier posible futuro estudio epidemiológico.
Pero el aumento de más del 20% del absentismo laboral por causas médicas puede esconder una sobrecarga económica y sanitaria aún mayor. La media de las bajas médicas es de unos 35 días. Sin embargo los indicios señalan en la dirección de que este aumento de absentismo, al menos a corto plazo, se debe más a bajas de corta duración por el deterioro del sistema inmune, que a un aumento de las incapacidades de larga duración. Ello aumentaría en mayor medida la carga de consultas externas sanitarias y los sobrecostes empresariales tanto económicos como de eficiencia.
Además, el aumento problemas autoinmunes pareciera estar agravando dolencias previas y haciendo emerger otras nuevas que en muchos casos, si bien no son incapacitantes, si generan cargas de consulta médica. Y lo que es peor un malestar general que puede incidir en el rendimiento laboral.
De ser cierto todo ello en su conjunto pudiera generar a medio y largo plazo problemas económicos, asistenciales y sociales difíciles de predecir, especialmente si no se hace el esfuerzo para disponer de información suficiente y adecuada de lo que está pasando para poder evaluar el problema y dar soluciones que al menos mitiguen posibles las consecuencias.
Sin embargo, parece que la actitud general del Gobierno, la Administración y los médicos es taparse los ojos, esconder la cabeza bajo el ala y negarse a ver la realidad, con la ingenua esperanza de que “lo no veo, no pasa”. De esta forma acabarán aplastados por el Elefante en la habitación. Y con ellos el resto de la Sociedad.
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