Sobrevivir al apocalipsis zombi. Cuando pensar se convierte en un peligro

Rusia e Irán. El enemigo de mi enemigo

Las naciones no tienen amigos, tienen intereses.
La dura reacción de los países occidentales ante la osadía de Rusia de realizar una guerra sin su permiso, se ha materializado por un lado en un apoyo militar sin precedentes hacia Ucrania, al tiempo que unas sanciones jamás nunca vistas hacia Rusia, y amenazas hacia el resto de los países del planeta, que representan a más del 80% de la población mundial.
Al tiempo, EEUU, en su afán de aislar a Rusia, está maniobrando para deteriorar las relaciones de Rusia con los países vecinos en otros tiempos repúblicas hermanas de la URSS.
Todo ello además en un contexto de enrarecimiento de las relaciones con China, cada vez más vista como una amenaza hacia la hegemonía de EEUU, sus adláteres europeos y aliados del Pacifico.
Esto ha generado una conmoción general en las relaciones internacionales que va trasformar de forma irremediable el marco de los ya complicados equilibrios entre las naciones y bloques.
Rusia por tanto se ve en la obligación de redefinir sus relaciones internacionales y comerciales. Ello ha supuesto un acercamiento hacia China e India, entre otros países.  Sin embargo ninguno de estos países está dispuesto a ofender más de lo necesario al gendarme del mundo y no parecen socios estratégicos confiables.
En este contexto, Irán, una nación que lleva décadas de ventaja a Rusia en eso de no ser complaciente con el “amo blanco”, ha surgido del contexto internacional aparentemente dispuesto a forjar una alianza de imprevisibles, ante el disgusto occidental.
Y es que a diferencia de otros países, Irán tiene poco que temer a la venganza globalista, y mucha experiencia que mostrar al nuevo paria internacional en lo referente a sobrevivir fuera del contexto internacional hegemónico.
La materialización más evidente de esta alianza ha sido la efectiva y efectivista aparición de drones, o bombas volantes autónomas, iraníes sobre el territorio ucraniano, contribuyendo significativamente a que Rusia alcance sus objetivos en el ataque a las infraestructuras.
Sin embargo esto puede ser sólo la punta del icebeg de una colaboración que puede abarcar muchos campos no solo militares, sino también económicos y tecnológicos, creando unas sinergias geoestratégicas de gran alcance y difícil valoración
Hay que empezar diciendo que las relaciones entre Rusia e Irán en la historia reciente han sido cuando menos complejas sino complicadas, debido a diferentes factores. El Irán revolucionario emergió en abierta confrontación tanto con EEUU como la URSS, la cual apoyó de forma decidida a Irak durante la guerra de Golfo.
Tras el fin de la URSS, las relaciones se estabilizaron, pero volvieron a complicarse cuando Irán fue sancionado, al respetar Rusia las sanciones, en un momento en que ingenuamente se acercaba a Occidente intentando congraciarse y ser aceptado como un aliado o al menos un socio.
Con el tiempo Rusia ha intentado mantener un delicado equilibrio en la caliente y complicada región entre las diferentes naciones antagónicas. Turquía, Arabia Saudita, Israel, y otras naciones,  que junto a EEUU y la UE, han medido fuerzas durante más de una década en Siria, en un complejo mosaico de alianzas en intereses, donde Irán fue el indiscutible salvador del Gobierno sirio hasta que Rusia llego al rescate en 2016, cambiando el balance de fuerzas.
Ambas naciones desde entonces han sido aliadas de Siria y rivales en su interés de extender su influencia y muy especialmente enfrentados en relación a intervención de Israel en el conflicto. Ello ha hecho ambas naciones mantengan a la vez estrechas relaciones de desconfianza mutua.
Sin embargo, la Guerra en Ucrania, y la persistencia de las sanciones hacia Irán, han creado un contexto de intereses mutuos que puede transformar todo el escenario de Oriente Medio, obligando a Rusia a bascular decididamente hacia Irán en busca de determinadas tecnologías, que otros le niegan y que Irán ha desarrollado haciendo bueno el término de, “hacer de la necesidad virtud”.
Y es que lejos de la imagen de “cabezatoallas” de se nos ha implantado en la mente a los occidentales, el Régimen iraní ha fiado su supervivencia al desarrollo propio de la ciencia y la tecnología, y ha alcanzado notables éxitos en muchos campos científicos.
Y no sólo es en el campo militar donde Irán puede satisfacer ciertas necesidades rusas. También en el campo civil hay numerosos campos en los que Irán, a la fuerza, se ha visto obligado a crear su propia industria, y que Rusia descuidó en tanto en cuanto podía acceder al mercado occidental para satisfacer su demanda interna
La industria del automóvil, electrodomésticos, y cierto campo de la maquinaria pueden ser campos de colaboración mutua, especialmente si tenemos en cuenta que China parece arrastrar los pies a la hora de ocupar el espacio dejado por occidente en dichos campos. Eso sin contar con su experiencia en burlar los embargos.
Y esto es en el plano material o económico. Pero aún más impacto, especialmente para el resto del mundo puede tener una posible alianza geoestratégica a largo plazo entre ambas potencias, máxime teniendo en cuenta el deseo de EEUU de aislar a Rusia.
Irán, con sus 85 millones de habitantes, ha ido obteniendo, gracias a la nefasta política imperialista estadounidense, una gran zona de influencia durante las últimas décadas. Líbano, Siria, Irak, forman una sucesión territorial de países aliados o bajo influencia, que pudieran dar a Irán acceso al Mediterráneo, al tiempo que controla el Índico.
A ello unir su influencia en Yemen, Pakistán, e incluso Afganistán, donde parecen ir estableciendo sus tentáculos, como también hacen Rusia y China.
Imaginen el gran imperio continental que pueden crear entre ambos países y el enorme mercado común que puede suponer, así como la enorme cantidad de recursos que controlan directamente, e indirectamente con su capacidad de bloqueo del tráfico naval o terrestre.
Asimismo hay que considerar la sinergia entre las enorme capacidad tecnológica militar Rusa y la capacidad asimétrica desarrollada por Irán, asi como las posibilidades de cooperación tecnológica, permitiendo a ambas naciones alcanzar a abarcar entre ambas un mayor número de campos de desarrollo científico.
Evidentemente este escenario es a día de hoy un futurible. Las desconfianzas mutuas larvadas durante años perduran, y de momento ambos países se mueven por meros intereses. Sin embargo, la confluencia de intereses es muy alta, y con su actitud miope y prepotente, Occidente no hace más que propiciar el acercamiento de ambos países.
Un proverbio africano dice, vosotros tenéis relojes y nosotros el tiempo. Si alguien ha sabido aplicarlo en todo su contexto y profundidad es Irán.
Rusia e Irán, dos de los países más pragmáticos y grandes aficionados al ajedrez, a buen seguro sabrán como superar sus reticencias mutuas si colaborar, si ello genera un win-win mutuo, tal y como parece será a la vista la situación internacional y las capacidades de ambos.
Sin embargo de materializarse y profundizarse en esa alianza estratégica, se producirá una ruptura del complejo equilibrio creado en Oriente Medio durante décadas.
Todo ello en un momento en el que Arabia saudí y otras monarquías del Golfo empiezan a distanciarse y recelar el globalismo que propugna Biden y la UE, y que cuestiona su sistema de valores. Especialmente cuando han visto lo fácil que resulta a Occidente expoliar sus fondos saltándose toda legalidad y legitimidad.
Es difícil imaginar, pero no imposible una alianza petrolera entre Irán, Rusia y los países del Golfo, para controlar los precios de la energía y aumentar su poder de influencia global. ¿Quién manda en negociudad?
Todo este escenario por supuesto también afecta a Israel y su hegemonía regional, fundada en el divide y vencerás. Es difícil valorar las consecuencias y reacción del país judío en caso de este escenario se materialice, especialmente si considera que ello puede ser una amenaza existencial.
Toda acción tiene sus consecuencias, y la falta de capacidad de reflexión y raciocinio que muestran los líderes occidentales al tomas decisiones sin analizar en profundidad sus consecuencias puede generar consecuencias indeseable para sus intereses y sobre todo para los intereses de sus ciudadanos.
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