Somos animales sociales
Quien crea que puede escapar por sí solo del vórtice de estupidez que se está generando en la Sociedad, o vivir al margen de él, es ingenuo.
Por tanto, evitar el condicionamiento social no significa vivir ajeno a la influencia social, sino establecer un modelo de relación diferente en el que los individuos vuelvan a ser el eje vertebrador de la Sociedad, y no un mero recurso supeditado a ella y a las metas y objetivos determinados por una élite gobernante en aras de su propio beneficio y provecho.
El individuo es un ser social y necesita un entorno en el que pueda desarrollarse humanísticamente. No puede vivir ajeno a esa necesidad. Sin embargo, tampoco puede vivir como un esclavo dependiente de ella. Debe buscar establecer una relación enriquecedora tanto para sí mismo como para la Sociedad, creando una sinergia positiva bidireccional.
Para ello, es necesario saber rodearse de un entorno de personas enriquecedoras intelectual, moral y espiritualmente, que creen la sinergia positiva que nos ayude a crecer humanísticamente en un entorno social saludable. Es importante elegir a las personas que aceptamos en nuestro entorno no por lo que son, sino por cómo son.
Mucha gente valora a las personas por su poder o posición social, aunque la mayoría de las veces sean perfectos imbéciles en las diversas acepciones del término.
Sin embargo, lo importante es valorar a las personas por sus cualidades personales e intelectuales, independientemente de su «ascenso social». Al fin y al cabo, en la Sociedad mediocre que se ha ido gestando, desgraciadamente, el ascenso social no se debe al mérito ni a la conducta moral, sino más bien lo contrario.
Uno de los mayores y más habituales errores que se comete es la tendencia a cerrarse en entornos homogéneos de personas con las mismas creencias y aficiones. Esto puede ser muy tentador y cómodo, pero poco enriquecedor intelectualmente.
Al final, todo esto nos encierra en guetos intelectuales donde sólo se refuerza el sesgo de confirmación y se cierran las puertas de la fortaleza intelectual a la exploración de los verdes prados del pensamiento y del conocimiento.
Conviene, por tanto, saber apreciar lo que pueden aportar las personas con diferentes opiniones y aficiones, ya que nos permiten ampliar nuestros conocimientos y contrastar nuestras ideas.
Y, por supuesto, siempre debemos huir de los sectarismos, de los individuos ideologizados y, lo más importante, de las personas tóxicas y los psicópatas que suelen pulular por la Sociedad como lobos con piel de cordero en busca de víctimas.