Sobrevivir al apocalipsis zombi. Cuando pensar se convierte en un peligro

Sobrevivir al Apocalipsis Zombi
Cuando pensar se convierte en un peligro 

De la Ignorancia y de la Estupidez

Muchas veces se oye que España es un país de ignorantes, que los Gobernantes quieren que las masas no aprendan porque las personas formadas son menos manipulables, que si en informe PISA, que si las estadísticas…. y tal y tal.
Yo sin embargo siempre he sostenido que el gran problema de España no es la ignorancia sino la estupidez o estulticia.
Cuando uno lo plantea, lo primero que siempre oye es,  ¿es que no es lo mismo?. Pues no, son cosas muy diferentes y no tienen nada que ver.
Para empezar la ignorancia es un estado o situación y la estupidez es una actitud. Es mucho más fácil cambiar una actitud que un estado de las cosas y por ello hace que la estupidez sea tan odiosa, pues no solo es dañina sino que es perfectamente evitable.
La ignorancia es la situación de desconocer algo. «Solo sé que no sé nada» decía Sócrates y evidenciaba una verdad palmaria que es cuanto más aprendes, más preguntas te haces, y más conocimientos laterales surgen y se ramifican, haciéndote reconocer que al final debes priorizar e intentan saber solo un poco de algunas cosas, normalmente aquellas que te van siendo útiles en tu devenir.
Sócrates llegó a esa conclusión hace miles de años, cuando en conocimiento Humano era exponencialmente menor que hoy en día, y especialmente el de los últimos 50 años.
El éxito de la Humanidad radica en la capacidad de compartir información. Como ejemplo, ninguna persona del mundo tiene conocimientos suficientes para fabricar por sí sólo un sencillo bolígrafo BIC. Es la unión de múltiples profesionales de diversas materias, lo que consigue en el mundo moderno que se produzcan todas y cada una de las cosas que consumimos, sean  físicas o inmateriales, incluida la información que «nos sirven».
Es por ello que no debemos angustiarnos ni avergonzarnos por no saber algo. Todos sabemos cosas muy útiles (también cosas muy inútiles), y todos podemos enseñar algo a cualquiera. Hasta el más humilde cabrero que nunca fue a la escuela y no sabe escribir, seguro podría enseñarnos infinidad de cosas sobre la naturaleza, que surgen de su mera observación y que no podríamos aprender ni en el National Geographic. Es más, el humilde cabrero, si es «sistema económico» se fuera a la mierda, sobreviviría mientras nosotros acabábamos con nuestras reservas de comida precocinada  por no saber procurarnos el alimento.
Sin embargo la estupidez es algo distinto, aterrador (al menos para mí). La estupidez es opinar, actuar, o peor aún, tomar decisiones sobre hechos de los que no se sabe.
Probablemente todos excepto los neurocirujanos ignoran cómo se hace una operación en el cerebro. No es un gran problema ni una inquietud salvo que te ganes la vida así. Pero sólo un estúpido se atrevería a realizar dicha operación sin los conocimientos oportunos.
La Estupidez es, por ejemplo, opinar sobre una Ley sin haberla a al menos leído, solo basándose en las consignas escuchadas, sea para criticarla o alabarla, por mera sintonía ideológica.
La estupidez es especialmente dañina cuando por ejemplo, un Jefe, a lo mejor un joven universitario muy formado en lo suyo, le dice a un trabajador con 30 años de experiencia que haga o deje de hacer sin atender a razones en relación a algo de lo que no tiene ni idea pero no quiere reconocerlo…. porque es el jefe.
La estupidez  hace que mucha gente no sea capaz de reconocer que se han equivocado y deben dar marcha atrás e incluso a veces disculparse.
Estupidez es no dejarse aconsejar por los que más saben, e incluso a veces por los que saben menos pero pueden saber algo que a nosotros se nos escapa.
Estupidez es no saber escuchar a nuestros mayores, aprender de sus experiencias vitales.
Podría seguir pero creo que el concepto se entiende.
Al final, la estupidez está íntimamente ligada con la soberbia y la prepotencia, y más vulgarmente con la chulería e indirectamente con el desprecio a los demás, la falta de respeto y de educación cívica. La combinación de todos ellos es particularmente odiosa e insufrible.
Pues bien ése es el verdadero problema de España. Para aprender primero hay que asumir que no se sabe y la gente estúpida normalmente no siente necesidad de aprender pues cree saberlo todo.
«Por la ignorancia nos equivocamos y por las equivocaciones aprendemos».
Dicen que la ignorancia es atrevida pero en realidad deberían decir la estupidez es atrevida, la ignorancia es una desgracia.
Lo único bueno de la estupidez es que siendo una actitud y no un estado, puede y debe corregirse. En primer lugar con la propia autocritica y reflexión sobre nuestros propios actos. Porque todos inevitablemente llevamos un estúpido dentro buscando florecer. Nadie está a salvo de comportarse como un estúpido y la diferencia está en la capacidad de reconocerlo, reconducirse, y llegado el caso incluso pedir perdón. Es evidente que el primer arma contra la estupidez es el conocimiento, y cuando no se puede llegar a él, saber buscar consejo.
Eso significa también que dentro de nuestro propio entorno podemos y debemos evitar ser condescendientes con la estupidez, ya que no sólo sufriremos sus consecuencias, sino que además la perpetuaremos. Llamar la  atención a alguien respecto a que está cometiendo un estupidez, no es un insulto, ni una falta de respeto, sino una constatación de un hecho, cuando uno es plenamente consciente de dicha realidad. Sobre todo teniendo en cuenta que el estúpido “profesional”, tiene una tan alta estima personal como desprecio por la inteligencia y el conocimiento de los que le rodean.
Y es que tras la estupidez contumaz subyace en gran medida el efecto Dunnig Kruger, por el que los más idiotas se creen más listos que el resto, mientras los más inteligentes, justo al contrario, suelen ser más prudentes y creerse menos capaces de lo que son. La suma del atrevimiento de la estupidez y el apocamiento de la sabiduría no hace sino facilitar que perfectos imbéciles puedan llegar a escalar profesionalmente impulsados por su rol decidido y convencido hasta su máximo nivel de incompetencia. Algo especialmente cierto en el sector público, y en la política, donde la falta de todo atisbo de control, medición de resultados y responsabilidad, les permite enmascarase mejor en el ambiente mediocre en que nadan como pez en el agua.
«Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana….. y lo primero no es seguro» Albert Einstein.
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