Sobrevivir al Apocalipsis Zombi
Cuando pensar se convierte en un peligro
EL GOBIERNO DE LOS MAS CAPACES
(Publicado originalmente en 2017)
Confucio dijo “Arréglese al Estado como se conduce a la familia, con autoridad, competencia y buen ejemplo”.
Una gran mayoría silenciosa, asistimos impávidos desde hace unos días, al patético mercadeo del Poder, en que se está convirtiendo la carrera hacia el gobierno de esta nación de 46 millones de habitantes, y su suculento millón de millones de euros de Producto Interior Bruto, que les permita drenar y despistar cantidades ingentes de fondos que dedicar, a lo que viene siendo desde hace años su única razón de ser, el pesebre del que viven muy bien cientos de miles de privilegiados del Poder.
En esta carrera a las profundidades de la miseria moral más mezquina y depravada, hay que reconocer que uno de los participantes, se ha empeñado en destacar por méritos propios, un tal Sánchez. Un donnadie que ha medrado en las épocas más oscuras del otrora todopoderoso Partido Socialista, que ironías de la vida, fue fundado por un tal Pablo Iglesias, y que va camino de su desaparición a manos de otro.
A fin de cuentas, la actitud de Mariano, puede ser definida como patética, pero es la que cupiera esperar vista su carrera política, basada en el perfil bajo y aguantar, cual roca aferrada al suelo, que la tormenta pase y llegue la calma.
Nadie podrá decir que haya engañando a nadie con su cobardía e inanición. Lo único sorprendente en él, es cómo uno de cada 5 españoles puede haberle votado, y lo que es más triste, como su partido ha podido ser sumiso y servil a tal tipejo durante 12 años.
La respuesta a tal pregunta es simple, no han sido sumisos. Los “Barones” han mantenido a un tonto útil al frente para poder corromper/se, para poder actuar como reinos de taifas en sus califatos, para usar su poder a su conveniencia y la de sus amigos.
Y si alguien lo duda, ahí está la “Andalucía del PP”, la Comunidad Valenciana, ese nido de ladrones y corruptos, cuyo apoyo bajo el liderazgo de Camps fue resolutivo para afianzar al lidercillo en el poder del aparato. Años de latrocinio descarado sin consecuencias.
Y ahora Rajoy reconoce, cual mea culpa, que a lo mejor no hicieron lo suficiente contra la corrupción, así sin despeinarse. Dimitir, aunque sea por inútil, ni se lo plantea.
El caso de Sánchez por otro lado, es una muestra paradigmática de hasta qué punto se ha degradado la “clase” política española. De cómo, la enfermedad congénita con la que nació la Democracia Orgánica del 78, se ha extendido y gangrenado el “sistema”.
Parece increíble que un partido histórico, con bastantes más de 100 años de historia, con cientos de miles de militantes, no sea capaz de encontrar un ¿liderazgo?, mejor que un niñato maleducado, soberbio, y prepotente, cuyos únicos méritos, son haber medrado a la sombra que mejor le cobijara en la política, sin apenas currículum “oficial” en gestión privada.
El sistema bipartidista, las listas cerradas, y las rigideces de los “aparatos” partidistas, han hecho el resto. De igual forma que la degeneración del sistema imperial romano, permitió que nefastos emperadores como Nerón o Calígula, se hicieran obedecer durante años de delirio y locura, nuestro sistema permite que figuras como el tal Sánchez pueda llegar a lo más alto de un partido, llevarlo luego a lo más bajo de su respaldo popular, y no contento con ello, ser capaz de arriesgar su propia extinción o fagocitación con tal de ¿4? Años de…. ¿Qué?.
Pero el tal Sánchez, no es más que el síntoma del gran problema de la clase política española. Es el ejemplo perfecto de la degeneración y degradación intelectual que ha ido sucediéndose con los años entre aquellos que se arrogan el derecho a dirigir y condicionar la vida de los demás. Las rigideces del sistema y unos aparatos políticos encaminados a mantener estructuras de poder basadas en el amiguismo, el clientelismo y el nepotismo.
Cuando uno compara los gobiernos de Suárez, González, o Aznar, con los de los payasos patéticos que les han sucedido, observa bien a las claras, la decadencia intelectual y moral de las nuevas (de)generaciones políticas, larvadas, a diferencia de sus antecesores, en las cavernas de las juventudes partidarias, mamando de la más rancia y decadente ideología simplona, y medrando, no por su inteligencia, talento o capacidad, sino por su sumisión y servilismo, cual se espera de los tontos útiles.
El sistema perverso ha funcionado como si de una selección natural a la inversa se tratara, fomentando que solo los listos (en el peor sentido del término), los ambiciosos, los cínicos y mentirosos Aquellos con menos escrúpulos morales para traicionar a todo y a todos, los relativistas dispuestos a vender su alma al diablo, en definitiva aquellos hechos de esa pasta especial de la que están hechos los soberbios, ambiciosos y prepotentes con los débiles, y sumisos y arrastrados con los que mandan, sean los únicos capaces de ascender en la pirámide política.
Solo así se explica que pusilánimes amorales como Rajoy, y muy especialmente Sánchez hayan llegado a ser los candidatos a liderar España.
Frente a esta manada de lobos hambrientos de ambición y sedientos de hedonismo, que se ha multiplicado y proliferado como ratas, la Sociedad está plagada de ciudadanos que día a día luchan por ganarse la vida, se esfuerzan por mejorar, y en muchos casos obtienen el éxito y proyección social a base de sus esfuerzos.
Son los que despectivamente, la casta de privilegiados políticos viene a llamar contribuyentes, esos a los que drenar el fruto de su esfuerzo para, con la excusa del Bienestar Social, y bajo el criterio de que cuanto más dinero hay, más se puede despistar, y dilapidar.
Lo cierto es que el perverso sistema político ha generado un caldo de cultivo que casi impide el acceso de los más capaces a las tareas de dirección social, en aras a favorecer sagas familiares y Cortes de aduladores sumisos que a falta de mayor capacidad, acepten gratos la generosa sopa boba que se les ofrece.
No es casualidad que la “clase” política sea la institución peor valorada, junto a la Justicia, y que los políticos generen masiva desconfianza social. En éste panorama, es evidente que la “carrera” política, no genera estímulos suficientes para atraer a los más capaces a las tareas de servicio público.
La paulatina decadencia del sistema político nos ha llevado a la actual situación de ingobernabilidad. No han sido los ciudadanos los responsables, como ahora pretenden hacer ver, sino su absoluto desprecio de la Moral, de la Ley y los españoles, los que han generado la situación política actual.
Ha sido la desesperación de una sociedad harta de la impunidad y soberbia de unos señores, que como bien puede oírse cuando hay grabaciones por medio, se ríen y desprecian a sus propios votantes.
Pero crisis significa también oportunidad. En mi anterior entrada esbozaba la, en mi opinión, mejor solución al problema creado por la clase política. Algo tan sencillo como apartar a la clase política, esa misma que ha generado el problema de la tarea de gobierno y asignar dicha tarea a aquellos entre los más capaces de entre los ciudadanos.
Parece una idea descabellada, muy especialmente porque es una corriente de pensamiento poco interesante para la superclase. La tecnocracia, puede definirse como un modo de gobierno en el que se delega el Poder público en aquellos técnicamente o profesionalmente más capacitados para ejercerlo, es decir profesionales de reconocido prestigio, que gestionen los asuntos de los ciudadanos, no bajo los rancios, trasnochados y limitados criterios de la ideología, sino bajo los criterios de eficiencia y eficacia, económica y social.
Es evidente que este concepto de Gobierno no goza de la simpatía de la superestructura social, menos de su servil clase política, ni de la casta administrativa. Las razones son obvias, en primer lugar, los profesionales de reconocido prestigio no pueden ser manipulados ni presionados.
Difícilmente podrán ser engañados por los mal llamados “técnicos” de la administración pública, que así perderán su poder y valor.
No responderán ante jerarquías ni podrán ser amenazados con ser relegados al ostracismo, porque a diferencia de gran parte de los gandules que ahora babosean por un puestito y un sueldito, sea electo o de libre designación, estos tendrán un curriculum brillante y ningún problema para volver a la “vida civil”. En definitiva serian difícilmente controlables por el “stablisment” económico y social.
Parece descabellado, pero no lo es tanto. A fin de cuentas, sería un perfecto punto de partida para iniciar la regeneración democrática, que debe pasar inevitablemente por restablecer la perdida (si es que alguna vez la hubo), separación de Poderes. Una reasignación de dichos Poderes bajo nuevos patrones, permitiría acabar con el control político, y lo que es peor, ideológico y sectario, del poder Judicial y Ejecutivo.
De esta forma a la clase política “libremente” elegida bajo el criterio de la igualdad del valor de cada voto (que se me permita el sarcasmo), cumpliría la función de legislar en las Cámaras de representación pública.
El Ejecutivo, elegido por un amplio consenso de los grandes partidos políticos, digamos por ejemplo 3/5 del Congreso, de forma que se garantizase su independencia ideológica, su capacidad de liderazgo, y su aceptabilidad por una mayoría social representada por los electos de gran espectro ideológico.
Por último el poder judicial, simplemente debería ser despolitizado y dar lugar a una verdadera carrera judicial basada en el la capacidad y profesionalidad demostrada por sus integrantes.
Un Poder Ejecutivo “apolítico”, evidentemente podría gobernar perfectamente tomando las decisiones del día a día. La diferencia con los gobiernos políticos, seria simplemente, que aplicaría criterios técnicos y profesionales en su toma de decisiones en lugar de políticos e ideológicos.
La clase política electa se reservaría las tareas de control de la labor de ejecutivo y lo que es más importante, la función de legislar y aprobar Leyes. Dichas Leyes deberían ser realizadas y consensuadas entre el ejecutivo y el legislativo, que es quien al final debería aprobarlas.
Evidentemente ello implicaría la necesidad de un amplio consenso ideológico que daría estabilidad a las Leyes así creadas, y lo que es más importante, dado que el Ejecutivo no estaría bajo el continuo escrutinio de la última encuesta de opinión, se podrían tomar de una vez decisiones ejecutivas pensando, no ya en las próximas elecciones, sino en el largo plazo, se podría programar de una puxxxxra vez un plan estructural estratégico a 20 años que incluyera la educación, las infraestructuras, la energía, el sistema financiero, la industria, el medioambiente, y un largo etc de sectores, integrados y coordinados todos con el fin de maximizar el crecimiento económico y el bienestar social, dados los recursos disponibles.
El gran pero, a este modelo de Gobierno, es determinar quiénes serian esos posibles gestores no contaminados por la vida política, que pudieran ser aceptables para un amplio espectro político y social.
Aquí, nos encontramos con el gran problema de la sociedad española. Éste es un país donde, a un entrenador de un juego en el que 22 idiotas le dan patadas a un balón, se le hace Marques por ganar el Mundial, y la hija de una que cantaba es famosa por quedar embarazada. Sin embargo, cientos de grandes profesionales, científicos, escritores, profesores de universidad, y un largo etc, destacan por sus talentos con prestigio internacional, sin el más mínimo reconocimiento público nacional. Pero que no sean conocidos del vulgo, no significa que no existan.
Todo esto no es más que un sueño, una utopía imposible. Teniendo en cuenta que Gobernar, y el poder que ello supone, significa ante todo gestionar recursos, y que esa gestión de recursos es la que ha permitido a los partidos políticos colocar a una legión de familiares, amistades y seguidores en diferentes estructuras políticas, administrativas, o privadas, la que ha les permite mediante la contratación pública (a costa de los impuestos de los españoles), enriquecer a miles de empresarios afines o no tanto, a costa de su comisión correspondiente, con que soportar esas estructuras de “funcionarios” del partido, y sedes en casi cualquier rincón del país, es imposible que renunciaran a todo ello.
Seria renunciar a la verdadera razón de ser de los partidos, que no es gobernar, sino mantener sus mastodónticas y atrofiadas estructuras.
Parece evidente que deberemos conformarnos con alguno de los tipejos que se nos “ofrecen”, arrogándose el derecho a dirigir y condicionar nuestras vidas, sin más méritos de haber sabido arrastrarse mejor que otros por el fango de los despachos de sus Partidos. Elegir entre el payaso patético que ahora reconoce “no haber hecho los suficiente” (traducido, no haber hecho nada) contra la corrupción en su Partido, y el ser amoral e incapaz que vendería a su madre con tal de mantenerse en el candelero. Eso sin contar con el nuevo Jesucristo revenido a expiar nuestros pecados de sociedad del consumo con su evangelio, que nos trasladará a la edad de piedra donde sus amigos han llevado ya a su petrovenezuela.
Es un futuro poco alagüeño, pero en mi opinión, lo que es peor, es que no es el único futuro posible, hay otras opciones. El problema, es que no interesan a la superestructura social, a quienes dirigen el cotarro, aquellos a los que benefician de muy diferentes formas este decadente sistema, aun a costa del sufrimiento de gran parte de la sociedad, y por supuesto a costa del propio país, aun cuando se envuelvan en su bandera a cada oportunidad.
Desde luego, si atendiéramos a las palabras de Confucio, podríamos dudar mucho de la Autoridad y competencia de estos, tan deseosos de llevar sobre sus espaldas la dura responsabilidad del Gobierno. De lo que no cabe la menor duda, es que ningún buen ejemplo pueden dar, ni moralidad alguna o esfuerzo pueden pedir a la sociedad. Es quizá el momento de dejar paso a, quienes habiendo demostrado su solvencia profesional y ejemplaridad social, sin desearlo ni pretenderlo estén dispuestos a sacrificarse por sacar este país adelante, no esperando por ello nada a cambio.
La disciplina consiste en que un bobo se haga obedecer por otros que son más inteligentes
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