Sobrevivir al Apocalipsis Zombi
Cuando pensar se convierte en un peligro
HOMELAND, el enemigo en casa
Hay que reconocerle al nacionalsocialismo ser cuna de algunas de las mejores frases para definir la inmoralidad, el cinismo y la degradación humana, desgraciadamente intemporales. Adolf Hitler en su libro Mein Kampf (mi lucha), afirmaba que “cuanto más grande es la mentira, más gente la creerá”. Otro ilustre alemán, impulsor la unificación alemán, ya confirmaba que “nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y durante una cacería”.
Estos últimos días he podido disfrutar del tiempo libre para ver la sexta temporada de una serie Estadounidense llamada Homeland y basada en la ya muy trillada temática de la política de inteligencia de seguridad nacional y contraterrorismo, tan habitual, manida y mal tratada en el cine y las teleseries del imperio.
Ciertamente esta serie no es una excepción a la norma en lo general. Si bien es entretenida, en las sucesivas temporadas a recaído en los vicios y carencias habituales. Superficial, frívola, interesada, sobredramatizada hasta la burla, falta de asesoramiento técnico… En resumen una serie más que busca atraer al espectador nativo medio, ese que no sabría situar su país en el mapa, y menos aquellos tan malos que le dicen son sus enemigos, sacrificando para ello cualquier verosimilitud con la realidad.
Sin embargo tengo que reconocer que en ese maremagnun de despropósitos típicos y tópicos de esta clase de género, me ha sorprendido el argumento. Sobre todo por el tratamiento de dos temas muy de actualidad y umbilicados entre si, que están de candente actualidad, al menos para esa mino-minoría concienciada y preocupada por saber y conocer lo que pasa en el mundo en lugar de conformarse con consumir el fast-food mediático destinado a engordar la corriente de opinión única de la sociedad “de-mente colmena” propia de la neodemocracias occidentales modernas de la era de la revolución de la información.
En la trama, emitida durante el mismo año, que dio comienzo el reinado del “emperador” Trump, se imagina la presidencia en manos de una mujer, tal y como se podía prever ocurriría durante el periodo de preparación y filmación, el electoral año 2016, los servicios de inteligencia del imperio con la connivencia de los del Estado de Israel pretenden engañar a la presidenta ofreciéndola información falsa con el fin de esta ordene un ataque contra Irán bajo el pretexto de estar incumpliendo su tratado nuclear. Real como la vida misma. Hay que reconocer a los guionistas habilidad en la creación del personaje pues aúnan en el las características y carencias de ambos candidatos, dotando al papel de la presidenta del carácter “antisistema” e impredecible para las elites sociales exhibido por Trump.
Paralelamente se desarrolla otra trama en la que una poderosa organización enraizada con grupos de poder desencantados con la elección presidencial, se dedica a la generación de opinión en redes sociales con el fin de desprestigiar su imagen y deslegitimar su derecho al cargo. Para ellos una legión de oficinistas en un oscuro sótano, se dedican mediante una multitud de identidades en redes sociales se dedican a crear bulos, hacer comentarios y cualquier otro tipo de acción virtual que les permita alcanzar sus fines. Mientras en la superficie, un comunicador social se dedica a la misma tarea de forma pública y notoria, con la acritud y contundencia que aquí nos recuerdan A notorios predicadores de su ideología excluyente e intolerante.
Me han parecido interesantes ambos argumentos dado que mas allá de la dramatización guionizada propia de una espectáculo cuyo único fin es mantener ante la caja tonta a las masas sin que precisen pensar demasiado en lo que ven, no pueden estar más cerca de una realidad silenciosa y silenciada que sin ser conscientes condiciona nuestras vidas o las de otros.
No deja de ser casualidad que el primer trabajo sucio del presidente Trump fuera “castigar” a Siria por un supuesto ataque químico, del que se acusa contra toda lógica al Gobierno. Este acto hostil sin declaración de guerra (como es habitual), es un perfecto ejemplo real de lo descrito noveladamente en dicha serie de ficción, en la que se trama un enrevesado complot para convencer a la nueva líder del mundo libre de que Irán es una amenaza que debe ser atacada.
A la vista de los datos y la información parece evidente fue lo que se llama un incidente de falsa bandera, uno más de las larga lista que ha servido de escusa tanto a Estados Unidos como a otros países, especialmente Francia o Reino Unido para justificar intervenir haya donde entiendan beneficia a sus intereses. Es algo tan viejo como el colonialismo, solo que en el neocolonialismo capitalista globalizado se ha perfeccionado para adaptarse a los tiempos
La manipulación de la información de inteligencia por parte de los servicios secretos, sea a orden del poder, o como poder en la sombra precisamente para manipular la voluntad política, no es nueva. Tampoco lo es la filtración interesada de información en beneficio y perjuicio de unos u otros según interesa, o el chantaje a base de dossiers más o menos reales, como tampoco lo es el engaño para situar a ciertas personas en posiciones comprometidas que luego explotar. Sin ir más lejos está la escabrosa denuncia de las supuestas noches locas de Trump en Moscú.
Por otro lado, tal y como también describe la serie, asistimos a una creciente manipulación de la información generalista que se presenta al publico, así como de corriente de opinión. Tanto alabando las conductas que se entienden “apropiadas” como castigando las “desviadas” de la corriente de opinión única. De esta forma, se consigue “educar” a la sociedad para que acepte como buenas necesarias o adecuadas aquellas ideas e ideales que determinadas elites o grupos de interés estiman sirven a sus intereses, que en nada coinciden con los de la ciudadanía.
No es nada nuevo, pero las nuevas tecnologías de la información no ha hecho sino potenciar esta tendencia. La creación de opinión pública, es una prioridad de cualquier organización pública o privada. Las grandes empresas dedican fabulosas cantidades de dinero para los fines de las relaciones públicas. Incluso se contrata a personas para generar opiniones favorables o responder a las críticas en cualquier medio de comunicación, especialmente en las redes sociales. Hoy una mala critica de un producto o un servicio leída en internet por el potencial consumidor, implica la casi perdida de un futuro cliente. Todo el mundo mira las opiniones del producto antes de comprarlo, sin ser consciente en muchos casos que la mayor parte de las críticas positivas son de profesionales de la generación de opinión contratados por la empresa, y las peores posiblemente de sus rivales y competidores.
Hoy la política, el juego del poder y el control sobre los ciudadanos comunes que conforman la sociedad, no deja de ser un juego similar al de las grandes corporaciones en la lucha por clientes. Los partidos políticos a la búsqueda de obtener la mayor cuota de mercado de poder, o mejor dicho la posibilidad de colocar a su red clientelar de amigos, familiares y acoplados, en puestos en los que puedan medrar a costa de los recursos públicos, deben competir por obtener el favor del público. Al final la política consiste en engañar a los ciudadanos para hacerles creer que son la razón de ser del político, cuando en realidad no son más que el instrumento para llegar al poder. Para ello los partidos al igual que las grandes empresas, tienen clientes fijos, que no necesitan ser convencidas de las virtudes de sus productos, y pugnan por aumentar su cuota de mercado a costa del resto de competidores, intentando convencer a aquellos que no son leales a ninguna marca.
Sin embargo, al final el producto que venden es el mismo, con ligeros matices. En realidad solo venden humo. Los mensajes son vacios y engañosos, elaborados en un neolenguaje simplificado con el fin de calar en las mentes más vulnerables e influenciables, esas que al final en muchos casos deciden la cuota de poder. Mientras se emplea un descarado doblepensamiento sin ningún rubor para mantener prietas las filas de los militantes y adoctrinados sin luces para discernir el bien del mal, seguros que son capaces de justificar con el mismo ahínco los desmanes vicios propios que se atacan con extrema virulencia y hasta violencia los de sus rivales, sin pensar si los slogans y tuit que citan y comparten tienen la mas mínima lógica racional.
Pero en realidad, esa lucha por el poder en minúsculas es solo la punta del iceberg, y poco importa en realidad al gran Poder con mayúsculas, salvo cuando surgen figuras que amenazan el establishment. Tanto tensar la cuerda en beneficio propio, ha hecho surgir figuras incontroladas que aprovechando el malestar e indignación generado, buscan asaltar el poder desde fuera. Trump, Iglesias y su corte, o Le Pen, son la imagen que nos viene rápidamente a la mente.
Es esta selecta elite social la que en realidad manejan el poder con mayúsculas. Los que conforma la opinión pública generalista y presionan a la casta política a tomar decisiones en base a sus deseos y necesidades. Para ello emplean grandes recursos económicos materiales y técnicos. Los loobies, la concentración de medios de comunicación, o ahora el control y gestión de las redes sociales son instrumentos que emplean tanto contra aquellos que se les oponen, como para favorecer y justificar las decisiones que benefician a sus interés.
Solo entendiendo esto, y dedicando mucho tiempo a informarse, buscando fuentes ajenas a los medios de comunicación masiva, para proceder luego a filtrar y valorar objetivamente la información, se puede tener una cierta perspectiva de la realidad que se esconde detrás del Matrix virtual en que vive la sociedad.
La gran pregunta es quiénes son y qué fines persiguen. Es una respuesta difícil de contestar. Evidentemente hay diferentes grupos de Poder con diversos intereses. En todo caso sean cuales sean, son los suyos y en nada tiene que ver con los de la sociedad.
En todo supera el espacio y objeto de esta entrada, entrar el análisis detallado de estos loobies y sus objetivos. Pero no está de más reflexionar de vez en cuando al ser bombardeados con una idea fija desde todos los frentes generalista, a quién beneficia la noticia, y perder algo de tiempo de contrastar con otras fuentes a través de internet.
Pero solo a modo de ejemplo, tal y como se exponía frívolamente en la serie de espías, durante los próximos meses vamos a asistir a una creciente fijación informativa sobre Irán y su “programa nuclear”. Es evidente que sus enemigos y rivales, los radicales wahabista Saudies y sionistas extremistas, están moviendo sus esferas de influencia y crear el estado de opinión publica adecuado para intentar aprovechar la situación de que un influenciable desequilibrado mental haya llegado al poder, para intentar lograr lo que llevan más de una década intentando. Poco importan la consecuencia que esta decisión tendría para los ciudadanos de todo el mundo, incluida seguramente una crisis económica mundial. Tal y como ha sucedido o sucede con Rusia Afganistan, Irak, Libia, Siria, Yemen…, toda guerra o conflicto necesita apoyo público, una sociedad indignada que odie al enemigo y respalde como buena la matanza y la destrucción colaterales necesarias para que triunfen los interés nada confesables que se esconden tras quienes instigan y manipulan a la sociedad. De esta forma, ellos sacan los réditos, y los ciudadanos pagan los costes y las consecuencias.
Es curioso como la Red y las redes sociales pueden ser una herramienta para el librepensador, o las más sutiles cadenas del adocenado abducido por la mente colmena. De hecho en muchos países totalitarios, internet es la gran ventana abierta al mundo que los regímenes intentan cerrar. Quizá por ello que los gobiernos occidentales “democráticos” también hacen grandes esfuerzos por intentar controlar la Red para evitar toda posibilidad de disensión.
“Cuanto más grande es la mentira, más gente la creerá”. Una realidad empírica que adquiere mayor trascendencia en la moderna sociedad occidental dado que la capacidad de generar mentiras y manipular a la sociedad ha crecido exponencialmente gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación social. “Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y durante una cacería” afirmaba Bismark. Algo tan cierto hoy como lo era hace 2 siglos.
Me gusta escuchar las mentiras cuando ya se toda la verdad
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2 comentarios. Dejar nuevo
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