Sobrevivir al Apocalipsis Zombi
Cuando pensar se convierte en un peligro
MENTES PELIGROSAS
Dicen que el saber no ocupa lugar. Evidentemente es pura ignorancia. Quien dice eso es evidente que jamás se ha esforzado por saber más allá de lo justo para ir tirando. El saber tiene un lugar y ocupa su lugar.
Hace unos años, tantos al menos como los que lleva Julio Anguita despegado de la política, escuché una entrevista que le realizaron una vez vuelto a su plaza de profesor. Me impacto la coherencia con la que hablo, su visión de la educación, del papel de los padres y de la necesidad de hacer ver a los niños el privilegio que supone tener derecho a la educación, las responsabilidades que ellos tienen hacia sí mismos y la sociedad y la importancia de la educación como generadora de riqueza social y económica. Oírle hablar de cómo intentaba inculcar en los alumnos esas ideas me hizo reflexionar sobre muchas cosas.
El mal llamado debate sobre el sistema educativo, se ha convertido con los años en un mero instrumento de clasificación ideológica sin sustento ni científico, ni racional, ni técnico. Lo único en lo que parecen coincidir todos los que se arrogan el derecho a dirigir nuestras vidas, es en intentar que sirva a sus fines tanto generales de «casta rectora hereditaria», como a los particulares de su orientación ideológica. Más allá, carece de sentido lo demás, los derechos e intereses de los hijos, de sus padres, de la sociedad, todo debe ser supeditado a los intereses del «sistema».
Hace ya unos cuantos años, en una comida social, un «PePero» maricomplejines vasco, intentaba justificarme, ya no la inacción política de su partido en la imposición idiomática, sino incluso la actitud proactiva cuando así interesaba a sus interese partidistas como en Galicia, Valencia o Baleares. Al final y cuando los argumentos eran absolutamente irrebatibles, me salto con eso de que «el saber no ocupa lugar». Eso sí, él de neovasco nada mas de egunón y agur Ben Hur y en los plenos, cuando se hablaba en neovasco, le tenía que traducir su «amigo» del PNV de la derecha.
No es el único, ni siquiera el mayor, de los problemas que atenazan a nuestros hijos. Pero si un ejemplo paradigmático de absoluto desprecio casi sociópata, y desde luego carente de toda empatía, con el que nuestros amados lideres, a diestra y siniestra, se desempeñan a la hora de supeditarlo todo a sus meros intereses partidistas e ideológicos. A modo de ejemplo y sin pretender entrar de pleno en debate (da para una o más entradas), parece no importar a nadie el daño que supone tal política de imposición lingüística (limpieza «etnico-ideologica» en toda regla), en los hijos (niños-futuro) de aquellos que por las razones que sea deben trasladarse a una región con modelo impositivo, y cuyos hijos quedan expuestos y en situación de inferioridad educativa al no poder entender debidamente lo que se les explica. Para las clases medias altas, no hay problema porque siempre habrá un liceo Francés, un colegio Alemán o Ingles en el que perpetuar su superioridad social asentada en una educación elitista. El problema como siempre se traslada a las clases más vulnerables, aquellas que no pueden elegir, los que buscando un mejor futuro para ellos y sus hijos se encuentran con unos menores perdidos y abandonados por un sistema educativo que va soltando lastre.
Cualquiera que me conozca, aunque solo sea por lo que escribo, sabe bien mi posición en relación a la libertad individual y su complicado equilibrio con la convivencia en sociedades cada vez más complejas y «normalizadas». Nunca he negado mis inquietudes en relación a la irresistible y casi inevitable tentación de toda élite gobernante, del tipo que sea, al control totalitario e ideológico de los «subordinados». Y a nadie sorprenderá por tanto que sostenga que la única preocupación del «Poder» en materia educativa, es que esté subordinada a sus intereses, y por encima de todos ellos, el de su sostenimiento como clase dominante
Uno de los pilares fundamentales de mi muy particular «ideología», por no decir el pilar maestro, es que la base de una posible sociedad libre, igualitaria y justa socialmente, es irremediablemente un sistema educativo que sea capaz de obtener el máximo rendimiento de todos y cada uno de sus «clientes-inversiones». Es para mí un concepto que va mucho más allá la igualdad de oportunidades, simplemente porque no todos están en la misma línea de salida. Un modelo que permita crecer a todos los niños intelectual y emocionalmente hasta llegar al máximo de sus posibilidades, para luego soltarlos en la selva social a la búsqueda del camino de su autorrealización personal. Ya sé que es un sueño, me conformaría con mucho menos
El problema es que la realidad educativa española es un desastre sin paliativos ni justificaciones de ningún tipo. Las auditorias externas, muy especialmente el informe PISA, muestran muchas de las debilidades de nuestro sistema educativo. La primera de ellas es la gran dispersión de los resultados en base a la geografía. Las diferencia entre unas y otras regiones es a veces abismal y en muchos casos no se justifica con la inversión realizada
Describir todos y cada uno de los problemas de la educación en España, supera con creces el espacio que una entrada de un blog pueda dedicarle, libros y libros se han escrito y aun más podrían escribirse. Yo solo me voy a centrar en algunos sin ánimo de ser exhaustivo
Para mi, uno de los principales, sino el mayor problema, de la enseñanza subyace en la bajísima cualificación moral y profesional del profesorado, entendido como colectivo. No quiero generalizar porque mis hijos han tenido muchos excelentes profesores y atención en un colegio público que jamás podré agradecer lo suficiente (por cierto muchos de ell@s exiliad@s de la persecución lingüística). Pero también es cierto que solo ha sido suerte, desgraciadamente por cada profesor excelente hay varios mediocres cuando no directamente algunos negligentes en el manejo del precioso y delicado material que se les confía.
Cada vez que llegan los resultados de los informes Pisa, el mismo cansino debate sobre por qué los niños finlandeses son «tan listos» y los españoles «tan tontos». Todos aquellos que conocen la realidad educativa saben perfectamente las razones del éxito fines, un profesorado altamente motivado y formado, un modelo basado en la exploración del conocimiento, en la motivación del alumno a querer aprender, la estimulación de la curiosidad y el fomento del espíritu crítico y autocrítico. Un modelo centrado en el tratamiento individual de cada alumno, como sujeto único e irrepetible. A modo de ejemplo, un enlace de los muchos que hay en internet sobre algunas de las claves del éxito finlandés (que no nórdico)
http://www.libertaddigital.com/internacional/europa/2013-10-04/sabado-que-tiene-el-modelo-educativo-finlandes-que-no-tiene-el-espanol-1276501044/
La gran pregunta es ¿Porque no pueden hacerse así las cosas? La respuesta es muy simple, porque no interesa. Múltiples son las razones pero la fundamental es el maldito corporativismo patológico y endémico de este país. A diferencia de Finlandia, el modelo educativo público se basa en un modelo de funcionariado obsoleto y responsable de los grandes males que atenazan este país, del que el más importante es su falta de concienciación sobre su función de servicio público al servicio del ciudadano. Por supuesto, y como consecuencia de ello, su absoluta falta de disposición a asumir responsabilidades ni aceptar control de su rendimiento.
Desgraciadamente no todos han escogido la «carrera» educativa, por vocación. Para muchos, muchísimos, solo era una forma cómoda de solucionarse la vida en un país donde, por razones culturales, la sopa boba de por vida es lo suficientemente atractivo como para vender el alma al diablo. Pero el verdadero problema no es que muchos hayan escogido una profesión de servicio público en la que se les confía por Ley la custodia cuidado y formación de las generaciones venideras de forma irresponsable, sin la debida consciencia del daño que su desmotivación pudiera ocasionar. El verdadero problema es un sistema de selección que no garantiza la correcta formación y posterior selección del personal óptimo, su motivación, y un sistema de seguimiento que…. bueno en realidad no hay ningún verdadero sistema de control y evaluación del profesorado. Vayamos por partes
Es evidente que la formación es un autentico fracaso. La prueba más evidente es como la comunidad de Madrid puso de manifiesto el fracaso de los futuros aspirantes formadores de infantes en las meras pruebas de cultura general, o su elevado índice de faltas gramaticales y ortográficas (superior incluso a la de profesiones tan analfabetas como periodismo). En mi opinión el principal problema de concepto general, de la universidad en si misma, y particular de una profesión de tanta responsabilidad, es que los profesores no son preparados para la principal de sus funciones, que es liderar un grupo de personas asignadas y subordinadas a su mando con el fin de obtener de ellas el máximo rendimiento posible individual y colectivo. Se le inculcan conceptos vacios de contenido, se les enseña teorías y mas teorías, pero no se les enseña a dirigir. Tampoco existen filtros que permitan identificar y rechazar a los no aptos para enseñanza, más allá de su mera capacidad de recordar y recitar conceptos en el momento oportuno de un examen.
Pero si la formación se basa en la mera memorización de conceptos y la capacidad de recordarlos hasta el momento del examen, la selección sigue el mismo camino. Las oposiciones simplemente redundan en lo mismo. El proceso de selección no tiene en cuenta las cualidades personales y las capacidades intelectuales óptimas que deberían tener los candidatos. Y lo que es peor una vez se entra y durante más de 35 años, cientos, miles, de niños deberán de pasar por las manos del docente a expensas de la mayor o menor suerte sobre su capacidad y desempeño profesional.
Una vez en las aulas, hay que saber mantener el orden, el respeto y la educación. Periódicamente nos desayunamos con noticias sobre anarquía y descontrol escolar. Bulling, amenazas y agresiones a profesores, mal comportamiento, destrozos…..
El profesor no puede ser el amigo de los niños, no puede establecer su relación con los infantes desde una posición de igualdad porque no es cierta. El profesor debe ser, y ser percibido, como una figura de autoridad y respeto tanto por los alumnos, como por sus padres. Pero el respeto y la autoridad, no pueden darse por sobrevenidas o imponerse. Deben ser ganados y consolidados por el profesor al que sus pupilos deben respetar, pero no un respeto distante basado en la frialdad o el miedo, sino en el sentimiento de la confianza en su liderazgo, en su capacidad de enseñar, en su voluntad de no defraudarle en su objetivo y deseo de que aprenda. Debe ser el pastor que cuida de su rebaño negándose a dejar que ninguna de sus ovejas sea sacrificada ante los lobos de la ignorancia
Desgraciadamente el sistema educativo español está basado en la mera adquisición de conocimientos, a veces siquiera con una inmediata o real percepción de utilidad real. Carece de todo interés en desarrollar el crecimiento emocional de los menores y en enseñar y promocionar el deseo y la curiosidad de saber. No parece tampoco existir interés alguno por fomentar la capacidad crítica. Se valora más una definición al pie de la letra y el esfuerzo de su memorización que una explicación personal del niño sobre lo que entiende de ese concepto. Las nuevas tecnologías son solo usadas como sustitución de las antiguas pero sin aprovechar su verdadero potencial
Pero lo más pavoroso no es eso. Lo peor es que el sistema no se basa ni en la meritocracia, ni en ningún sistema que fomente el pleno desarrollo personal de nuestras nuevas generaciones. El sistema educativo se basa en la mediocracia. Se dirige sola y exclusivamente a quienes se adaptan al estándar educativo que la administración burocrática impone. La curva de Gauss de la normalidad marca la injusticia que va descartando percentiles progresivamente por su izquierda mientras impide el pleno desarrollo personal de quienes por su derecha tienen el “pie” demasiado grande para el calzado que se les quiere poner. De esta forma y de diversas maneras se renuncia a obtener el máximo rendimiento tanto de aquellos cuyas condiciones socioeconómicas, emocionales o intelectuales les impide mantener el ritmo del tren, como de aquellos cuya capacidad les permitiría obtener una mayor velocidad de crucero
El sistema en lugar de permitir a cada cual explorar y alcanzar su mayor potencial, simplemente abandona a su suerte a aquellos que no siguen el ritmo e impiden el pleno desarrollo de aquellos que siendo más capaces deben adaptarse al ritmo impuesto, negándoseles el derecho a desarrollar plenamente sus capacidades. Básicamente para la burocracia administrativa, los niños no son personas, ni siquiera una inversión a futuro, son simples números, una estadística de fracaso escolar, absentismo laboral, y de vez de cuando de acoso escolar, cuando ya no se puede mirar a otro lado que no sea a otra desgracia que siempre es huérfana de responsables
Para completar el desolador panorama, el sistema carece de todo verdadero mecanismo de control interno del rendimiento obtenido, no por los alumnos según el profesor de turno, y en base a la política del centro y la administración educativa de turno, sino de los profesores y de sus alumnos en relación al resto de los escolares del país.
Una de las medidas más criticadas por la comunidad educativa de la Ley Wert, fue el asunto de las revalidas periódicas. Pude asistir a la manipulación a la que se nos pretendió someter a los padres sobre los presuntos efectos negativos de dichas revalidas sobre “nuestros hijos”. La realidad es que de lo que estaban verdaderamente preocupados es de que se les evaluara a ellos, a los centros, y hasta a las comunidades autónomas, pidiéndoles explicaciones sobre el rendimiento obtenido sobre el capital humano que se les había confiado.
Recuerdo hace años la polémica que se creó en la comunidad de Madrid cuando Esperanza Aguirre decidió publicar los resultados de las pruebas de evaluación de diagnostico por centros. El escándalo fue mayúsculo y las quejas de “sector” se hicieron sentir con fuerza. Sin embargo, al año siguiente los colegios con peores resultados habían mejorado ostensiblemente y la competencia por los primeros puestos se apretó.
La falta de un método de evaluación del rendimiento del profesorado, trae consigo uno de los peores problemas de la educación en España, la falta de motivación. Dado que da igual la calidad del trabajo desempeñado puesto que este no es recompensado ni reconocido, junto con la monotonía de una profesión que año tras años hasta a jubilación pasa por realizar las misma tareas sin casi posibilidad de ascenso profesional, hacen muy difícil que los profesores muestren el estado de ánimo y positividad que deberían transmitir a sus alumnos para lograr un desempeño optimo. Es evidente que para muchos profesores su trabajo no les enriquece ni estimula, y esa falta de energía es percibida por los alumnos como negatividad que les previene en contra de los mismos y como consecuencia se les pierde el respeto y se le niega la autoridad
Todos estos y otros muchos problemas atenazan a nuestro sistema educativo desde hace años, décadas. Las sucesivas reformas educativas jamás han tenido el verdadero deseo e interés en corregirlos, simplemente se pretende maquillar el sistema para que siga tirando. Pero lo cierto es que existe una confluencia de intereses colectivistas y políticos, para perpetuar el sistema implantado a costa de castrar el desarrollo intelectual y emocional de sucesivas generaciones, de abandonar a un porcentaje significativo de jóvenes condenándoles a la ignorancia. Un sistema que no pretende formar, en el sentido amplio del término, a los jóvenes, sino simplemente de introducir conocimientos sin proporcionar las verdaderas herramientas que les permitan transformar esa materia prima en saber. Saber estar, saber opinar, saber buscar, saber interpretar…..
Lo cierto es que me quedan muy cortas estas palabras. Muchos frentes han sido tratados pero sin la profundidad que merece un asunto tan trascedente como es la educación. Otros muchos siquiera han sido considerados. Supongo que habrá tiempo y espacio en el futuro de tratar con más detalle algunos de ellos.
Dicen que el saber no ocupa lugar. Pero lo cierto es que en este país al saber no se le permite ocupar el lugar que se merece.
Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo
Jose Federico Villamil Calva
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