Título

3 tardes de Economía
Jose Federico Villamil Calva
QUE PAGUEN LOS RICOS
El gran estadista Winston Churchill dijo, “Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantase estirando del asa”. Por su parte Frederic Bastiat afirmó que “El Estado es esa gran falacia que permite a muchos vivir a costa de todos los demás.
Vivimos en una sociedad posibilista y malcriada, erróneamente llamada de bienestar, donde nos han vendido que el Estado “bienhechor”, debe hacerse cargo de las personas y asistirlas durante toda su vida, ya no por el hecho de ser españoles, sino simplemente de estar (o hacer que están) en España. Vivimos en una sociedad buenista en la que muchos, para acallar sus conciencias consumistas y hacerse perdonar su buena vida, o simplemente porque viviendo y aprovechándose del sistema, defiende su egoísta interés de parásitos sociales, pretenden que el Estado asuma todo tipo de cargas, como si el dinero público naciera en los arboles, o simplemente el dinero público no fuera de nadie.
Nada más lejos de la realidad, el dinero público es de la gente que paga sus impuestos. Esto es, de buen grado o mayormente por la fuerza, lo ceden a los “gestores” públicos para, su supone, sea empleado con el fin de garantizar los servicios públicos, precisos para el bien general y el mejor funcionamiento del país.
Durante años, “clase” política, ha vendido a la ciudadanía, que el sistema impositivo con el que saquean los bolsillos de los ciudadanos, para luego repartirse el botín y repartir las migajas entre la plebe, como si del panes et circenses se tratara, es justo y progresivo, de tal forma que los más desfavorecidos no pagan casi impuestos, y los más ricos deben cargar con el peso del sostenimiento del sistema. Nada más lejos de la realidad. Para muestra un botón, y este interesante artículo es muy esclarecedor de lo que el estado saquea a un mileurista en favor de….¿?.
http://www.libremercado.com/2016-05-01/un-trabajador-que-ingresa-1600-euros-paga-al-estado-mas-de-1200-mensuales-1276572908/
Concluyendo, cualquier humilde mileurista debe emplear casi dos tercios de lo que realmente dedica su empresa para abordar sus costes laborales para financiar a los refugiados, los gitanos, los emigrantes, el turismo sanitario, los sueldos de políticos, asesores y directivos de empresas públicas, los contratos inflados con la empresas de los amiguetes y comisionistas, los aeropuertos sin aviones y las estaciones sin trenes, las carreteras a ningún lado…
Partiendo de la premisa de que cuanto más dinero se maneja, más dinero se dispersa y despista, durante los últimos 30 años de esta democracia orgánica y prostituida, los costes del Estado se han disparado, en una vorágine de gasto. Se han multiplicado las competencias y las duplicidades, de han incrementado la burocracia y la contratación externa, se han creado miles de empresas publicas donde enchufar a amigos y familiares. Se ha despilfarrado en subvenciones y donaciones a diestro y siniestro a todo tipo de organizaciones y países. Y por si eso no fuera suficiente, nos sobra dinero para regalar a cualquiera que quiera venir de fuera a usar nuestra sanidad pública, o para instalar cómodamente a millones de extranjeros, muchos de los cuales pretenden simplemente asimilarse con los millones de ni-nis nativos y vivir de Estado, (del resto de los españoles, los cotizantes), como si el mero hecho de estar en España, generara un derecho a ser mantenido de por vida.
Durante años, ese despilfarro basado en un gasto ineficaz e ineficiente, pero muy lucrativo, se ha financiado con la burbuja inmobiliaria y financiera. Sabían perfectamente quienes la fomentaron que nos llevaban al desastre y la miseria. Sin embargo ellos, los que afanaron a manos llenas mientras la sociedad callaba, conformada con sus migajas, no solo no han sufrido la crisis que se ha cebado sobretodo en la clase media y humilde, sino que han sabido aprovechar la crisis para comprar con las bolsas de basura llenas de dinero “negro”, aquello que los desesperados se veían obligados a malvender , aprovechando así la necesidad creada en su beneficio.
No contentos con el expolio, y en la necesidad de seguir manteniendo las estructuras sobredimensionadas que crearon, cuando el bolsillo de los contribuyentes no ha dado más de sí para seguir manteniendo el despilfarro, no han dudado en tirar de un nuevo impuesto, aun más perverso, la deuda, un impuesto diferido, grabado con intereses, que lastra aun más la recuperación futura y el porvenir de millones de españoles.
Lo triste, es que los políticos no están solos en esta vorágine de gasto público. Desgraciadamente, si hemos llegado a esto, es por culpa de una sociedad complaciente, espoleada por unos medios de comunicación al servicio de sus amos, y que trasladan el mensaje posibilista de que cualquier cosa que se desee debe ser dada por el Estado. Así, el sistema compra a la parte ociosa y desidiosa de la sociedad tal y como los romanos hicieron durante siglos de panes et circenses, hasta llegar a su decadencia, mientras aquellos que día a día desde pequeños se esfuerzan en mejorar su situación en base a su esfuerzo y empeño, estudiando, formándose, trabajando y madrugando, sostienen tanto a la nueva nobleza estamental formada por esta nueva “clase” política, y sus agregados, por una lado, y a la nueva clase asistenciada por otro. Un peso que ninguna sociedad moderna puede soportar indefinidamente.
Con la excusa de la necesidad de “gasto social”, se hinchan las partidas, se malgasta el dinero público, se compran votos, se gestiona con dejadez, y se abandonan los criterios de eficacia y eficiencia, en favor de los del interés personal y político. A más, se tienen en cuenta los intereses de las grandes empresas y el capital. Pero en ningún caso, pese a las apariencias, preocupa lo mas mínimo el bienestar de la ciudadanía a los políticos, que en todo caso no dudan de presumir y aparentar dicha preocupación repartiendo limosnas con el propio dinero que les expolia haciendo bueno el dicho de dar duros a tres pesetas.
Durante años la sociedad hipnotizada por el espejismo del esplendor económico de la compra a crédito fácil, auspiciado por la banca y la clase política, ha permitido los excesos y ha asumido alegremente las cargas impositivas con la davidosidad del que le sobra el dinero. Ahora, mal acostumbrados a que el Estado se haga cargo de todo tipo de servicios y responda a todas sus necesidades, no están dispuestos a asumir los recortes que la perdida de los ingresos públicos, y las exigencias de aquellos que con el esfuerzo de su trabajo y ahorro, deben financiar nuestros excesos, obligan a realizar.
Para ello la derecha “PePera”, (mal llamada popular), solo se le ocurre la genialidad de seguir exprimiendo a las clases medias y obreras, desincentivando a si el trabajo, e incitando (a quien puede) a la defraudación fiscal ante el panorama de ser impunemente desplumados, atracados y expoliados, sin luchar. Sin embargo en el inmoral subasteo político, son superaros por los demagogos populistas autodenominados socia-listos, y muy especialmente sus nuevos competidores totalitarios y liberticidas, surgidos del germen de apologistas de la hoy decadente Venezuela (su antes modelo ejemplar). Estos directamente mienten a la ciudadanía, o al menos a los más desesperados, afirmando que pueden seguir manteniendo el despilfarro y manteniendo a las clases ociosas y limosneras, simplemente mediante la fórmula de que la cuenta “la paguen los ricos”.
Por supuesto, las masas de progretas y porretas, desesperadas por no perder sus prebendas, y seguir justificando el sostenimiento del gasto, del café para todos, y por supuesto de buenismo de que vengan más que aquí cabemos todos (como si esto fuera el camarote de los Marx), en su autolimitada capacidad de raciocinio, cegada por sus dispensas ideológicas, están dispuestas a comprar el producto y a cambio votar a los botarates que compran su favor con el mismo falso duro que el conde Romañones ya compraba a sus abuelos hace un siglo. Mismos paletos, diferentes caciques, igual objetivo, llegar al poder.
Claro que lo primero que está por determinar, que es lo que consideran ser rico estos perroflautas acostumbrados a vivir del Estado. Según “Sociatas y PePeros”, cualquier familia que ingrese más de 50000 euros, es para ellos suficientemente rica para ser expoliada sin piedad, eso sí, siempre que tenga una nomina que permita al Estado robarles el dinero ganado trabajando de sol a sol, con la facilidad que se le quita un caramelo a un niño. Por otro lado la solución mágica que tanto gusta a las masas desocupadas a las que regalan los oídos con estas “propuestas”, carece en realidad de un excesivo potencial recaudatorio, ya que solo afecta a los impuestos directos, Sociedad e IRPF, que son solo una parte de la tarta fiscal.
Lo cierto es, los ricos, los verdaderos ricos, ni han pagado, ni van a pagar jamás impuestos, por la sencilla razón de que siempre van a tener los mecanismos para evitarlo. En el peor de los casos, de llegar al poder la camarilla de revolucionarios totalitarios de opereta nostálgicos de la Venezuela del desabastecimiento, y realmente pretender llevar a cabo sus metas, simplemente huirán del país con sus riquezas a otros lugares más amables. Y es que los ricos son los únicos que realmente pueden votar con los pies, fijando su domicilio donde deseen y moviendo sus capitales a trabes del mundo globalizado con un golpe de ratón.
La realidad es que, no solo los ricos, sino cualquiera que no esté sujeto a una nómina que delate su nivel de ingresos, defrauda al fisco todo lo que puede. Podemos llamarles inmorales, pero lo cierto es que todos y cada uno de nosotros, y muy especialmente de los que más presumen y exigen, haría lo mismo. Ninguno, incluso los más recalcitrantes apologistas de los “social”, cedería gustoso si pudiera evitarlo más de del 50 % de lo que gana. Para prueba están los famosetes y el artisteo cejero, que tanto se les llena la boca exigiendo que le Estado gaste dinero acogiendo inmigrantes y refugiados, o pagando ni-nis, pero eso sí, con el dinero ajeno, que el suyo lo tienen a buen recaudo.
Es tan sencillo como imaginar el caso de un emprendedor que arriesgue su patrimonio, que se vea obligado a mendigar financiación a intereses de usura a una banca solo preocupada de los préstamos personales e hipotecarios, y que se vea obligado a pelear durante meses o años con una administración bastarda, exclusivamente preocupada de poner problemas. Hay que imaginar a esa persona que quiere crear empleo y riqueza atendiendo la burocracia municipal autonómica y nacional, pagando ingentes cantidades de dinero sin empezar siquiera a trabajar, tratando con burócratas vagos y prepotentes, desesperándose viendo como sus papeles no avanzan en la pila o se traspapelan. Finalmente si es que llega a iniciar una actividad empresarial, de salir mal, perderá su patrimonio, se arruinará, y el Estado se desentenderá de él. Eso en el mejor de los caso, porque puede que quede a deber a la Seguridad Social y verá embargada su vida durante años o décadas, evitando que sea capaz de levantar cabeza.
Sin embargo, si su trabajo, esfuerzo y noches en vela, dan un resultado positivo, ahí estará la cara sonriente de Montoro, con la mano abierta pidiendo su parte, más del 50% de lo ganado entre unas cosas y otras. Así de fácil es espoliar a una persona su esfuerzo y dedicación. ¿Qué puede hacer, que hace, esta persona a la que, quienes no le han hecho más que “joder” y lastrar sus posibilidades del éxito, pretenden robarle legalmente el fruto de sus esfuerzos?. Evidentemente reducir los beneficios y trasladar a gasto societario, todo gasto personal que pueda. El coche y la casa serán propiedades de su empresa, las comidas y viajes serán de negocios y así con todo gasto que pueda justificar. Y estamos hablando de un pequeño o mediano empresario, de la gran empresa, y su ingeniería financiera y traspasos entre filiales transnacionales mejor no hablar.
Igual hará el profesional liberal cuyos ingresos dependen de su preparación y prestigio profesional, o el restaurador que pasa 15 horas tras la barra de su bar. Cada euro que declaren se quedará en menos de la mitad, y eso antes de pagar el IVA por lo que consuma con ellos. Lógicamente nadie en su sano juicio se deja robar de esa forma si puede evitarlo. Para muestra un botón, Monedero, el ideólogo podemita, no tuvo remordimientos en disfrazar sus ingresos para evitar pagar al fisco. ¡Que paguen los ricos!, dice, pero solo aquellos que trabajan de sol a sol y arriesgan su patrimonio, no los ideólogos de opereta que ganan 60000€ por unas conferencias, o 30000 por un informe de 4 folios.
Lo cierto es que se recaudaría mucho más reduciendo a la mitad la presión fiscal sobre “los ricos” (sobre la población en general), que aumentándola. En realidad Montoro y sus secuaces lo saben. De hecho jamás han tenido intención de grabar a las clases pudientes, simplemente se trata de sangrar a las menguantes clases medias asalariadas que quedan. De hecho incluso aun así, y suponiendo que pudieran llegar a apropiarse del 80% de las rentas del trabajo de los más cualificados y bien pagados asalariados (como insinúan algunos), lo único que harían seria desincentivarles a trabajar, o simplemente animarles a irse a otros países a ofrecer sus servicios, como ya hacen nuestras jóvenes promesas, dejando atrás nada más que a la morralla que solo espera ser mantenida por la “Sociedad”, es decir, por los impuestos que paguen el resto.
En realidad, cuando algunos comparan la fiscalidad española con la de otros países, fijándose solo en aquellos con mayor imposición, en la esperanza de justificar lograr más ingresos que saquear en beneficio del nuevo y creciente estamento nobiliario creado por la “clase” política y sus agregados, no tienen en cuenta que dicha imposición, sobre todo la directa emanada del IRPF, graba intensamente todas las rentas, incluidas las más bajas. Por otro lado dichos países disponen de rentas salariales a paridad de poder adquisitivo muy superiores a los salarios de hambre de España, y por tanto más capaces de asumir dichos retraimientos. Eso sin contar con su asentada cultura de sometimiento al mando de nórdicos y germanos.
La verdadera solución al problema fiscal, al déficit endémico, que solo financiaremos en tanto en cuanto alguien confié en prestarnos el dinero, no puede venir del incremento de los impuestos y la consiguiente desincentivación del trabajo y el emprendimiento, sino del reajuste del gasto público. No se trata simplemente de recortar, sino de gestionar mejor, de forma más eficaz y eficiente, De eliminar la ineficiencia y duplicidades, de ahorrar los sobrecostes del mantenimiento de cien o doscientos miles de apesebrados, sin contar cientos de miles de empleos públicos que podrían ir amortizándose reduciendo la burocracia y mejorando la gestión (tal y como hace la empresa privada).
Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantase estirando del asa”. Solo los idiotas lo creerían capaz, y solo unos demagogos, charlatanes y farsantes, que pretenden seguir viviendo a costa de todos los demás, son capaces de engañar a la masa adocenada para hacerles pensar que es posible, mientras siguen exprimiendo al mileurista para luego hacerle creer que les dan ayudas, que en realidad el mismo están pagando con sus impuestos.
En este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos
Visitar la página web
Si te ha gustado este articulo, puede que también sea del interés de tus contactos y amistades. 
Compártelo a través de tus Redes Sociales y contribuye a hacerlo llegar al resto de la sociedad
Sigue las novedades del blog uniéndote a los canales de whatsapp y telegram en los siguientes enlaces de acceso

Whatsapp

Telegram

Título

2 comentarios. Dejar nuevo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Tienes que aprobar los términos para continuar

Aviso sobre Cookies en WordPress por Real Cookie Banner