Del raciocinio al racismo y la xenofobia
El refranero español es rico y sabio. Dos de sus refranes más conocidos son: “la ignorancia es atrevida” y “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Había una vez un Rey muy presumido e idiota que siempre estaba haciéndose trajes al cual mas extravagante. Una vez un Sastre muy vivo, le dijo que le haría un traje absolutamente excepcional, pero que tan solo podrían verlo aquellos dotados de gran inteligencia. Pasado un tiempo el sastre se presentó ante el rey mostrándole el traje, el cual era inexistente, y le dijo que se desnudara para ponérselo. El rey creyendo carecer de inteligencia, disimuló y se hizo poner el inexistente traje por el sastre, para luego dar un paseo en su carroza entre el pueblo, y poder presumir ante sus súbditos de su impresionante traje. Los súbditos, entre los que el sastre había hecho correr la voz de las cualidades mágicas del traje, no hacían sino que adular al rey desnudo para no mostrar su estulticia, hasta que un inocente niño de repente le preguntó a su madre por qué el rey va desnudo, lo que hizo que el resto del pueblo dejara sus complejos y despertara del engaño, avergonzando a rey con sus burlas.
El reciente ensayo de invasión mediante escudos humanos de la ciudad de Ceuta por parte del sátrapa marroquí, vuelve a poner en el candelero el debate sobre la nefasta política de inmigración nacional, mejor, la falta de esta, y las peligrosas consecuencia a corto, medio y largo plazo que puede acarrear, especialmente teniendo en cuenta las problemas que otros países europeos con más experiencia en afrontar estos retos, están soportando ante el fracaso de sus propias políticas de integración.
El miedo de que la advertencia de que “El rey está desnudo” cale entre las masas y acabe con los complejos implantados durante décadas para controlar a la sociedad al grito de “facha el que no bote”, hace que, con más virulencia aun si cabe, se saque a colación los términos racismo y xenofobia como insulto, ante el menor atisbo de cuestionamiento que haga peligrar los débiles fundamentos de la ideología que sustenta dichas políticas.
Llama la atención la frivolidad con la que muchos ignorantes usan términos de los que desconocen su significado, y lo hacen además con una evidente voluntad de faltar el respeto a otros por la sencilla razón de que difieren de su catecismo ideológico y se salen de la fina línea de lo políticamente correcto, impuesta a base de eslóganes, buenismo, simplificaciones, postverdad, omisiones interesadas y falsedades.
Para entender el vacío intelectual que respalda estas ideologías totalitarias que pretenden sustentar este “papeles para todos”, multiculturalismo flowerpower y el “aquí cabemos todos”, lo primero es saber que significan realmente los términos que con tanta alegría manejan y emplean como arma o acusación discrecional.
Xenofobia, (Xeno, extranjero) (fobia, miedo o terror irracional) es un término que significa miedo ilógico o irracional a los extranjeros. Una fobia por definición es un concepto psicológico que denota algún tipo de problema clínico. El concepto extranjero del término es difuso y genérico, el extranjero no necesariamente se materializa en la persona de otro país, para el fóbico puede ser el del pueblo de al lado, el de otra provincia o simplemente cualquiera que no conozca.
Racismo, por otro lado es una corriente ideológica que sustenta la superioridad innata o cultural de unas sociedades sobre otras en base a las diferencias raciales, las cuales por tanto deben ser mantenidas y defendidas, considerando que genéticamente estas tienden a tener cualidades diferentes. Accesoriamente se suele buscar preservar la pureza racial y evitar que se “contamine” con genes de razas inferiores.
Podemos contraponer ambos términos, su uso y la ideología doctrinaria que lo implementa con el concepto de raciocinio, entendido como capacidad de la mente humana para establecer relaciones entre ideas o conceptos y obtener conclusiones o formar juicios.
Conforme a estas definiciones, oponerse a una determinada política de inmigración sustentada en criterios e intereses ideológicos, como la que propone que cualquier persona pueda entrar en España sin ningún control y autorización, y que además se les deba atender y facilitar todo tipo de facilidades y comodidades, incluso con preferencia sobre los propios nacionales, en un país con un 15% de paro, y donde el salario medio apenas supera los 1000 euros, no es una cuestión de racismo ni de xenofobia, sino del más puro sentido común sustentado en la elemental razón.
Llevado al plano domestico para simplificar el problema, ¿acaso alguien no tiene puerta en su casa y decide quién entra y quién no?. Si tan descabellado parece dejar entrar a quien desee en casa, que se quede a vivir exigiendo que se le dé cama, comida y todas las comodidades propias del hogar, ¿porque es tan difícil entender que España es la casa de los españoles y por tanto es lógico y natural que solo entre quien quiera y nos interese a los españoles?. Resulta paradójico que el amado líder de los fanáticos ideologizados que propugnan las fronteras abiertas y el aquí todos cabemos, lo primero que hiciera en su mansión es reforzar las medidas de seguridad y hacerse vigilar por la Guardia Civil. Todo un síntoma de que, cuando razón e ideología entran en contradicción los ideólogos eligen el sentido común en lugar de la demagogia.
Desear un control de inmigración y que esta se regule en relación a los intereses del país no es xenofobia. La xenofobia es un trastorno mental. Un xenófobo estaría en contra de cualquier extranjero por el hecho de serlo, lo cual incluiría también a los a turistas, independientemente de su lugar de procedencia.
Tampoco parece que el deseo de una política de inmigración más restringida tenga que ser necesariamente debida a una causa racista. No hace falta ser un supremacista racial para desear una política de inmigración que responda a los intereses de España. Eso sí, es cierto que una política de inmigración temeraria de puertas abiertas sin control, en un país con graves desequilibrios y necesidades sociales como es España, puede desde luego fomentar actitudes racistas entre las masas mas ignorantes y propensas a reaccionar de forma extrema.
Y es que al final, la necesidad de una política de inmigración lógica y coherente con la realidad socioeconómica de España y Europa, no es básicamente una cuestión de xenofobia o racismo, aunque ciertamente para una minoría pueda serlo, sino de mero raciocinio. Y ello es por diferentes razones:
1º No favorece a una economía española, medio recuperándose de una recesión, recayendo en otra, agravada por un desgobierno demagogo e incapaz, y con grandes desequilibrios estructurales.
No parece lógico que en un país con más del 15% de desempleo, que llegó al 25 % hace escasos años, absorba una población inmigrante a la que es incapaz de dar empleo.
De hecho más allá de demagogias ideológicas, la realidad es que actualmente el saldo neto entre el beneficio económico que aportan, y el coste que supone la voluntad de facilitarles todo tipo de necesidades económicas y sociales que generan es claramente negativo. Debiendo por tanto el Estado gastar un dinero que no tiene y que sería mejor empleado en impulsar la economía, generar empleo de calidad y mejorar la vida de los españoles.
El coste de la masa voluntaria o involuntariamente inactiva de inmigrantes que no solo no aportan a la economía y el sostenimiento del Estado del bienestar, sino que además hay que atender y facilitar un nivel de vida occidental, supone unos 40.000 millones de euros, un 4% del PIB, más que el propio déficit, impuesto diferido a las siguiente generaciones. Un dinero que de emplearse en fomentar la innovación, el desarrollo y el emprendimiento, generaría todos los años cientos de miles de empleos de calidad y por tanto bienestar al país y sus ciudadanos, eliminando las bolsas de pobreza e impulsando los salarios.
2º Falta de integración social y choque cultural.
Es un problema que trasciende a España y que en muchos países europeos lleva muchos años larvándose en los barrios periféricos de las grandes ciudades, especialmente con la población que profesa la religión musulmana. Una religión altamente intolerante y totalitaria.
La realidad es que una parte significativa de los inmigrantes, especialmente los de fé musulmana no realiza ningún esfuerzo por integrarse. Una gran mayoría solo aspira a vivir o vegetar de los servicios sociales occidentales sin aportar nada.
Evidentemente, el interés por integrarse en la sociedad varía de unos colectivos a otros. A modo de ejemplo la comunidad china y otras asiáticas no solo se esfuerzan por encajar, sino que se transforman en auténticos dinamizadores económicos aportando mucho más de los que reciben.
Por otro lado la mayor parte de la inmigración, especialmente la ilegal carece de preparación, capacitación profesional y motivación para cualquier trabajo cualificado.
3º Genera desequilibrios sociales y hunde los salarios.
Si en España, ni en los mejores tiempos económicos jamás ha habido pleno empleo, ¿Por qué se ha recurrido a la mano de obra extranjera?. Sencillamente para mantener los salarios bajos.
Mientras se gastan cantidades ingentes de recursos en atender a inmigrantes a los que no se les ha invitado a venir, por el simple hecho de haberlo hecho, millones de españoles son arrojados por el sistema a la miseria. Se desahucian a cientos de miles, mientras se da alojamiento y servicios a los inmigrantes. Entre tanto, las familias españolas con sus sueldos mileuristas a causa de una presión fiscal que alcanza a más del 50% de los potenciales ingresos brutos de las clases bajas (eso de que paguen los ricos no es más que un eslogan demagógico), no pueden tener ni un hijo, los inmigrante son incentivados económicamente para tenerlos y vivir de la vida contemplativa. Evidentemente si el 30% de la población inmigrante en paro, que no solo no aporta nada sino que genera un gasto social desaforado, fuera expulsado a sus países, para empezar la tasa de paro bajaría, y con ello las necesidades de gasto social, con el consecuente beneficio para la economía y para la estima de los ciudadanos reintegrados en el mercado laboral.
4º Falta de control.
Curiosamente entran por fuerza miles de personas sin documentación alguna, desconociéndose lugar de procedencia, antecedentes penales, historial de enfermedades…, dado que no portan identificación alguna (eso si todos con teléfono móvil). Muchos de ellos se sabe que han sido terroristas o miembros de brutales grupos guerrilleros o mafiosos con horrendos y brutales crímenes de guerra a sus espaldas.
5º Es negativo para el propio desarrollo de los países de procedencia.
En muchos casos, especialmente en el caso de los países africanos, aquellos que toman la decisión de emigrar, son aquellos que por su capacidad de decisión, física o intelectual, serian mas validos para impulsar el desarrollo de sus Estados.
6º No resuelve el problema real a cambio de provocar otro mayor.
El problema de la inmigración ilegal actual no es más que la punta del iceberg.
África por ejemplo, tiene más de 1200 millones de habitantes y creciendo, el 90% viviendo en condiciones miserables. Incentivar alentar o facilitar la inmigración como se propone, supondría aceptar la realidad que cientos de millones de esas personas preferirán venir a Europa. Personas sin cualificación y educación, con una cultura subdesarrollada, y en muchos casos de fe musulmana, a los que evidentemente no se les puede dar satisfacción a sus necesidades. Tan solo supondría el empobrecimiento de Europa, la creación de enormes masas de miseria, con un desempleo cercano al 100% y por tanto el clima adecuado para una violencia generalizada. Eso sin contar con la intolerancia religiosa islámica suní wahabista que acabaría arrastrando a Europa a una “siriarización”.
Más 10000 europeos, integristas musulmanes, fueron a Siria a luchar. Equivaldría a que 180000 fanáticos cristianos europeos fueran a combatir a una guerra de religión. Y eso hablando de nacionalizados. Tantos o más, inmigrantes no nacionalizados, han acudido a la llamada de la yihad dejando su cómoda vida occidental dispuestos a inmolarse. Multipliquen el problema por 100 e imaginen barrios y hasta ciudades bajo la Sahia.
7º Incrementa la inseguridad ciudadana
El 40% de los delitos en España los cometen inmigrantes o extranjeros nacionalizados, lo cual teniendo en cuenta que representan el 10% de la población significa una tasa de criminalidad 6 veces superior. Eso considerando la generalidad del colectivo inmigrante. De considerar solo determinados colectivos de extranjeros superan por 10 esas tasas. Además su participación en delitos violentos es proporcionalmente aun mayor, como es el caso de la violencia de género y la violación. Ello tiene especialmente causas culturales, pero también subyace especialmente en el caso de los colectivos musulmanes un profundo desprecio por la sociedad occidental, lo que justifica a sus ojos cualquier tipo de daño que realizan hacia aquellos que no comparten su Fé. La experiencia de otros países de Europa con mayor tradición de inmigración musulmana como Bélgica, Francia, Reino Unido o Suecia, prueban que esta violencia hacia “los diferentes” no se reduce siquiera en las generaciones ya nacidas en Europa y que aun así siguen considerándose “no europeos”.
Resumiendo, la política de inmigración sin control es una rémora económica que impide el desarrollo nacional, arroja a millones de españoles a la miseria y los deja desatendidos, para centrar esos recursos en unas personas a las que no se necesita actualmente, no se les ha invitado, y en muchos casos siquiera tienen intención de integrarse socialmente.
Eso no quiere decir que la inmigración sea negativa en sí misma. Significa que debe adaptarse a las necesidades reales del país. No se trata de que venga quien quiera sino quien es necesario. Negar el acceso a un africano sin estudios ni habilidades necesarias no es racismo ni xenofobia, si se está dispuesto a aceptar a un ingeniero o medico africano si ello contribuye al desarrollo económico, igual que miles de españoles altamente cualificados emigran a otros países y contribuyen con sus conocimientos a su desarrollo mientras adquieren nuevas habilidades para su futuro desarrollo profesional.
Una correcta política de inmigración es la que gestiona esta en base a las necesidades del país, solicitando en origen la mano de obra necesaria, y buscando los perfiles de cualificación, actitud y aptitud y capacidad de inserción sociocultural idóneos. Inmigración sí, pero aquella que aporta beneficio social y económico.
Sin embargo a pesar de esta realidad, las dispensas ideológicas del populismo doctrinario y el buenismo basado en la postverdad manipuladora y simplona, calan en las capas para incultas y emocionalmente débiles de la población, a pesar de que dicha actitud atenta contra la más elemental lógica.
Lo más gracioso es que aquellos que van de almas puras con derecho a dar carnets de progres y fachas, de xenófobos y racistas, en realidad son los peores racistas que hay. Tratan a los inmigrantes de ciertas razas como si fueran niños tontitos a los que deben cuidar y salvar. El caso de los menores no acompañados es el mejor ejemplo de esto. ¿Alguien se imagina que España secuestrara a un menor estadounidense, francés, japonés o chino en España porque no se encontrara a sus padres?. Serian inmediatamente repatriados a sus países de origen. ¿Acaso es que somos tan racistas que nos creemos que los países africanos o musulmanes no saben cuidar de sus menores?. Eso es puro racismo, como lo fue el secuestro sistemático de niños aborígenes por el Estado australiano alegando que sus padres eran negligentes en su educación.
Todo ello para crear delincuentes y fracasados sociales. ¿Acaso de ser educados en su países tendrían una posibilidad mayor aun de convertirse en delincuentes que en España a pesar de gastarnos casi 60000 euros al año por niño?. Con lo que gastamos cada año en hacer un futuro delincuente de un menor no acompañado, sacaríamos de la miseria 10 niños españoles. Pero el gran negocio son las ONG que acogen a estos menores. Porque no nos engañemos hay un gran negocio detrás de la inmigración que favorece a unos cuantos a expensas de la miseria de muchos millones de españoles. Pero eso da para otro artículo.
“La ignorancia es atrevida”, pero cuando se obra y actúa sobre la base de la ignorancia, esta se transforma en peligrosa estupidez que pone en peligro los logros del estado del bienestar y la propia cultura occidental. Pero es que quienes así actúan, lo hacen bajo un subconsciente racismo implícito que les hace que como seres racialmente superiores moralmente deben hacerse cargo de aquellos que consideran inferiores a ellos, como si de perritos desvalidos se tratara. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones
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2 comentarios. Dejar nuevo
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