Sobrevivir al Apocalipsis Zombi
Cuando pensar se convierte en un peligro 

Teoría de la expansión exponencial de la idiotez y sus consecuencias

Debo reconocer que me cuesta asimilar el grado de estulticia que en los últimos tiempos toma forma de decisiones políticas o repercusiones mediáticas  que condicionan y afectan al devenir vital amenazando nuestro esquema de derechos y libertades públicas, y la falta de reacción o incluso aquiescencia y complicidad de buena parte de la población.

No es que nunca hubiera enfrentado a idiotas en mi vida, desgraciadamente, estos proliferan como hongos y pueden encontrarse en cualquier esquina, lo asombroso, es la intensidad y escala. Es por ello que como buen empirista, esta experiencia, unida a la de mi trayectoria a lo largo de mi existencia me lleva a concluir una Ley empírica que puede ser muy útil en la vida para tanto para explicar muchas de las cosas que ocurren, como intentar prevenir situaciones desafortunadas, o al menos limitar daños.

De esta forma he llegado a la conclusión de que «la estupidez y la idiotez» progresan en una relación geométrica mientras que el sentido común solo lo hace en «progresión aritmética», es decir que la unión de varios estúpidos en un esfuerzo común, hace que su estupidez individual se multiplique la de unos con la de los otros de forma que mientras un estúpido aislado, es relativamente fácil de controlar, la unión de dos, multiplica la estupidez de ambos generando entre ambos una sinergia de imbecilidad difícilmente controlable y predecible, si unimos un tercer estúpido y sucesivos, el desastre está asegurado.

Si por el contrario, el sentido común, solo evoluciona en progresión aritmética, por la misma fórmula, y escala, el sentido común conjunto seria la mera suma del sentido común de los presentes, de esta forma, la sinergia de la estupidez conjunta, rápidamente anula todo atisbo de racionalidad.

A modo de ejemplo dos meros idiotas son más peligrosos que un perfecto imbécil y menos que tres simples estúpidos. Así las cosas imagínense lo que una manada de simples y aparentemente inofensivos bobos pueden hacer cuando se juntan. La tan estudiada por la sociología irracionalidad de las masas humanas queda perfectamente explicada así por la agregación exponencial de la mayor o menor estupidez de los diferentes integrantes que sofoca sin remedio todo atisbo de sentido común que individualmente pudieran mostrar los componentes de la turba.

Imagínense el impacto de 22 bobos elegidos por un psicópata patán, alrededor de una gran mesa, jugando a ser dueños de los destinos de los españoles para tomar conciencia de la gravedad que puede adoptar la situación

Como cualquiera de las ovejas negras que lean esta líneas bien saben, nunca se debe discutir con un imbécil puesto que nos llevará a su terreno irracional, en el cual tiene todas la de ganar. Si es difícil discutir con un imbécil, imaginasen lo que debe ser discutir con dos, tres o más idiotas juntos, cada uno buscando decir la tontería más grande.

Queda por determinar si la idiotez y la estupidez es congénita o contagiosa. Yo por si acaso procuro huir de ellos lo más rápido y lejos que puedo. El problema es que no siempre es posible sustraerse a su influencia. Desgraciadamente en una sociedad basada en la mediocracia y el nepotismo, donde no rigen las normas de la selección natural de los más aptos, progresivamente han ido copando puestos de poder y responsabilidad en todas las esferas de la responsabilidad pública y privada, desplazando el sentido común, la prudencia y la moral, sustituyéndolo con su pestilente atrevimiento, su prepotencia y su absoluta falta de escrúpulos morales y empatía. Y es que, una vez permitido que cualquier imbécil pudiera entrar en la Administración o en la Política en base a un patético y buenista igualitarismo, la invasión de esta especie invasiva ha proliferado con la rapidez exponencial de una manada de langostas devorándolo todo.

Un idiota que es incapaz de reconocer la inteligencia y el sentido común, jamás se apoyara o promocionara a quien crea puede hacerle sombra o simplemente no respalde y ría sus disparates. De esta forma progresivamente se va desplazando el sentido común por mas imbéciles y su influencia exponencial rápidamente anula toda posibilidad de reversión, más si cabe cuando carecen de todo escrúpulo moral para usar y abusar del Poder  en su beneficio.

Por ello, esta teoría empírica no científica, basada en la mera observación, tiene una segunda regla tan o más importante que la primera. «todo imbécil con poder atrae hacia si a todo inútil cortesano e inmoral dentro de su esfera de influencia». Todo jefe estúpido, se sabe rodear de pelotas, inútiles y lamesuelas que buscan medrar al amparo del Poder. Es como un agujero negro que atrae hacia si todo lo malo y estúpido impidiendo así por su densidad de imbecilidad concentrada que salga cualquier atisbo de luz de allí. Aquellos que no son capaces de brillar con luz propia, suelen cobijarse a la sombra del Poder para convertirse en los perfectos tontos útiles que, como al Rey Desnudo, ríen las gracias y desgracias ajenas reforzando sus decisiones por absurdas que parezcan, incrementando el caos y la desmoralización moral de la organización.

Ambas reglas y la propia teoría, es aplicable a la sinergia generada por los tipejos inmorales y psicopáticos, de hecho las más de las ocasiones coinciden ambas figuras en las mismas personas y situaciones, generando aun más daño y desolación. Hitler, Stalin, o Mao, entre otros los más conocidos, no habrían podido asesinar decenas de millones de personas sin la colaboración, animo e impulso de cómplices dedicados y complacientes.

Así las cosas, ¿qué se puede hacer para evitar caer en la órbita contagiosa de la irracionalidad y desesperación?. En realidad poco, desde el momento en que copan las esferas del poder. Sin embargo siempre podremos intentar al menos minimizar sus catastróficos efectos sobre nosotros aplicando el siguiente decálogo

Jose Federico Villamil Calva 

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