3 tardes de Economía

Jose Federico Villamil Calva

España no entrará en recesión en 2023 porque ya está en recesión

Sorprende ver cómo los siervos al servicio del Sistema se esfuerzan en hacer creer a la sociedad que todo va bien, en una reminiscencia o déjà vu de lo ocurrido en 2008. Desde la oficialidad se indica que España no entrará en recesión en 2023 porque “esperan” crecer un 0,9%, y hasta presumen de lo bien que nos va a ir en comparación con otros que crecerán aún menos o decrecerán.

Olvidan decir que esos países de los que nos separarán décimas de punto de crecimiento, durante 15 años han crecido y aumentado la brecha económica que nos separaba de ellos.

Presumen desvergonzadamente nuestros políticos, con la aquiescencia de sus lacayos mediáticos de lo  bien que le va a España a pesar de la situación internacional. Sin embargo, la realidad tras la propaganda es desoladora

Cierto que este año la economía va a crecer de forma sensible. Sin embargo la cifra va a estar muy por debajo de la esperada inicialmente. De hecho ya se especulan con cifras del 3,8%, que dada la pésima evolución del 3ª trimestre, dudo alcance realmente el 3,5%.

Sin embargo, ello, lejos de un éxito y una expresión de auge económico, significa todo lo contrario si se analiza en un contexto más amplio.

El año 2019, el primero de la Era del “Doctor” , España creció un 2%, una cantidad más que exigua, para luego derrumbarse la economía en 2020 un 11,5%  con la excusa del COVID.  Sin embargo, se obvia que el Estado se endeudó en 122000 millones de euros, un 11% sobre el PIB, dinero sin el cual la caída del PIB hubiera sido aún más dramática.

Debiera suponerse que dada la razón exógena y puntual de la caída del PIB de 2020, en 2021 se recuperaría todo lo perdido e incluso aumentaría el PIB por encima de lo logrado en 2019. Nada más lejos de la realidad. El PIB recuperó tan sólo la mitad de lo perdido, el 5,5%, a pesar de requerir 92000 millones de euros de deuda para pagar sueldos públicos y pensiones y con ello sostener el gasto privado. De inversión productiva mejor ni hablar.

De hecho, somos el país de Europa que peor parado sale de los deberes de recuperación económica tras la pandemia.

Este año, siquiera ambicionaban crecer lo suficiente para recuperar definitivamente lo perdido, y la realidad es que con suerte se crecerá el 3,5%. Todo ello considerando que, a pesar de la inflación y el consiguiente aumento de ingresos tributarios, llevan 77000 millones de deuda pública, superando los 1,5 Billones de euros. Y al ritmo actual llegarán a requerir al menos 113000 millones de euros hasta final de año, a los que sumar las ayudas estructurales por la pandemia. Más dinero que en 2020.

Con todo ello el panorama de la legislatura será demoledor. La economía habrá decrecido en 3 años al menos de un 3,5%, y aumentado la deuda en más de 327000 millones de euros, al tiempo que la inflación se habrá incrementado. Y aún queda un año de legislatura que promete ser poco aulagueño en materia económica

Si asumiéramos como aceptable para un modelo económico que requiere cada año más dinero para pagar pensiones, un crecimiento del 2% del PIB anual para evitar la bancarrota, en estos 3 años la economía debió crecer más de un 6%. Por tanto la brecha económica o coste de oportunidad del sectarismo impuesto por Sánchez se acerca al 10% del PIB.

Lo más insultante de todo es ver a la “menestra” de turno ufanándose porque se está reduciendo la carga de la deuda sobre el PIB como si fuera un éxito del Gobierno, cuando no es sino una consecuencia más que peligrosa de la disparatada inflación, que tanto daño hace a la sociedad como beneficia a los dilapidadores públicos. Obvia o incluso ignora, que sería más grave, las consecuencia en la carga de los intereses de la deuda que ello tendrá en el futuro próximo, cuando los tipos de interés de la deuda pública busquen compensar la pérdida de poder adquisitivo del dinero. Con que tan sólo suban al 5%, habrá que sumar 75.000 millones de euros de gasto público, en lugar de los 30.000 actuales. Otra hipoteca más que sube… para los españoles.

Si lo trasladamos al empleo, se puede observar cómo el maquillaje de los datos apenas resiste el primer asalto de la realidad. Tras la pandemia se ha recuperado estadísticamente el nivel de empleo previo. Sin embargo el empleo público ha crecido en la misma medida que el empleo privado. Ha pasado de 3 millones a 3,5 millones, un incremento del 16%. Mientras el empleo privado, ha crecido un 3%.

Pero profundizando aún más se observa que de hecho, el empleo neto privado se ha reducido, habiendo un trasvase hacia el hipertrofiado sector público, un efecto que se agrava si se tiene en cuenta que se ha incluido como empleados a los fijos discontinuos, a pesar de que buena parte del tiempo están realmente desempleados y cobrando del Estado. Todo un “tezanazo” estadístico que distorsiona la realidad laboral. Es decir la producción de bienes y servicios por el sector privado de hecho se ha reducido, creciendo artificialmente el impacto, más estadístico que real, de la producción del sector público, a cuenta de la deuda pública y la presión fiscal. Algo que requiere un análisis más profundo.

Todo ello muestra un panorama desolador de la Economía, totalmente alejado del que los voceros del Gobierno muestran en los medios de comunicación. España no entrará en recesión porque de hecho aún lo está. No sólo no ha recuperado el nivel de producción previo a la pandemia, a pesar de los más de 300000 millones de apalancamiento por deuda pública, sino que además el sector privado se ha contraído aun en mayor medida y su capacidad crecer en el futuro se degrada progresivamente.

El problema, es que llueve sobre mojado.

Si Comparamos el PIB de 2009 con el de 2021 deflactado, nos encontramos con que ha decrecido un 10%, a pesar de haber aumentado la deuda pública en más de un billón de euros. Aplicando el argumento anterior, si asumiéramos como aceptable un crecimiento anual medio del 2% de la economía, a final de 2021 la economía debería haber crecido en 13 años un 30%. Por tanto la brecha entre el PIB real y el potencial seria de un 40%. Una cantidad que permitiría con menos presión fiscal pagar mejores pensiones, el pleno empleo y sueldos dignos. Y con ello menos necesidad del Estado mendicante, mal llamado del “Bienestar”.

El primer paso para la sanación, es reconocer que se tiene un problema. En este caso, hasta que la “clase” política española no asuma su dependencia de la deuda y el gasto público para dopar y generar un supuesto bienestar artificial a la sociedad que la adormezca, y el nefasto efecto que ello tiene para la salud del cuerpo económico y social a largo plazo, no se podrá empezar el camino hacia la recuperación económica, que tan sólo llegará a través del desarrollo de la economía real, la productiva.

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