Sobrevivir al apocalipsis zombi. Cuando pensar se convierte en un peligro

Rusia y la Defensa Aérea territorial 2º parte. Respuesta a la amenaza

De las posibles amenazas analizadas en la primera parte, la más preocupante, a menos que se escale gravemente en el conflicto, sería el uso de drones o bombas aéreas volantes similares a las usadas por parte Rusia y de procedencia iraní
Y es así porque son unas armas muy sencillas, fáciles de construir en masa, baratas, y con un cierto grado de dificultad de detección, especialmente por su baja velocidad y cota de vuelo, que puede dificultar la detección por los radares tipo dopper.
Por otro lado son ruidosos y lentos, lo cual permite aumentar el tiempo de reacción
Además, el uso de costosos misiles antiaéreos pesados para combatirlos es antieconómico, es como matar moscas a cañonazos.
Evidentemente la mejor contramedida para eliminar este tipo de amenaza, seria destruir los centros de producción, almacenamiento y bases o medios de lanzamiento, algo que puede ser altamente complicado ya que su producción almacenamiento y lanzamiento puede dispersarse en un amplio frente y profundidad estratégica de la retaguardia.
Por tanto, en el caso del conflicto con ucrania, la solución más práctica para responder a una posible amenaza de ataque por medios aéreos al territorio ruso, es el mismo que ya empleó Reino Unido en 1944 para responder a la amenaza de las V1, acercar las defensas a la frontera con ucrania y crear una barrera capaz de derribarlos antes de que se adentraran en territorio ruso.
A la hora de considerar la forma de enfrentar la amenaza, hay que considerar todo el proceso que conlleva la eliminación de la amenaza.
Detección. Además del Radar, el medio más habitual por su precisión y capacidad todo tiempo, hay muy diversas formas de detectar un objetivo aéreo:
  • Visual
  • Sonora
  • Por emisiones electromagnéticas
  • Por emisiones infrarrojas
En el caso de objetivos a baja cota estos medios de detección cobran especial importancia, dado que la cobertura radar se reduce mucho. Además, en el caso de drones lentos y pequeños, el radar puede tener problemas para filtrar su eco entre el ruido de ecos falsos. Eso sin contar con la posibilidad del uso de señuelos  y otro tipo de contramedidas electrónicas, unido a la vulnerabilidad de los radares, muy indiscretos por sus potentes emisiones.
Es por ello que en caso de una amenaza como la que puede enfrentar Rusia conviene complementar la búsqueda con otros sensores e incluso la inestimable ayuda el propio ser humano como sensor.
Seguimiento y asignación de objetivo. Una vez detectado el objetivo, hay que identificarlo, hay que determinar su ruta, su peligrosidad, asignarle una prioridad y determinar con qué medios va a ser abatido.
Ello requiere un consistente y robusto sistema C4I, que permita coordinar todas las áreas implicadas en el proceso.
Ataque y derribo. Para ello hay que determinar el arma idónea para alcanzar el objetivo, lo cual depende de diversos factores.
Hay diversas formas de destruir o neutralizar el objetivo que pueden dividirse en 2 tipos:
Hard kill. Misiles o tripleA fundamentalmente. Aunque hoy no se puede descartar usar otros drones kamikazes o portadores de armas.
Soft kill. Crear interferencias que afecten a los sensores que deber determinar la trayectoria, obligando a caer o errar el blanco
Estos medios de destrucción pueden ser desplegados desde plataformas terrestres o aéreas.
Sin embargo, aquí es muy importante diferenciar entre eficacia y eficiencia a la hora de determinar el medio usado.
Usar un misil pesado del sistema S400 de 1800kg puede a lo mejor ser eficaz para destruir un simple dron de unos miles de euros, pero no eficiente. Incluso los caros misiles portátiles, asumiendo que tuvieran un alcance de enganche suficiente parecen ideales para hacer frente a esta amenaza, al menos como medio primario.
Es evidente que ante una posible amenaza de ataque masivo con vectores muy baratos es necesario encontrar una contramedida barata pero eficaz, es decir eficiente.
Ello nos deja como mejor opción los medios basados en armas de fuego, cañones y ametralladoras, y si la amenaza es vulnerable, sistemas soft kill. Ello requeriría especialmente cañones antiaéreos y sistemas CIWS.
Personalmente me decantaría por cañones automáticos de calibre intermedio, el 57mm o mejor el 76 mm, con espoletas de tiempo programadas en boca o espoletas de proximidad. Sin embargo, dudo que Rusia tenga ahora mismo armas de este tipo desarrolladas o producidas en número suficiente.
En principio, hay dos formas de plantear la defensa que no son excluyentes. La primaria debiera ser intentar abatir los objetivos antes de que penetren en profundidad en el espacio aérea, adelantando la defensa aérea como si de un muro se tratara.
Junto a esto se puede plantear la defensa de punto, incluso con caros misiles llegado sobre los objetivos prioritarios para parar los objetivos que superaran la barrera inicial.
Sin embargo, ante un ataque masivo lanzado sobre un frente estrecho, sería posible saturar la barrera de fuego, y si los vectores tuvieran cientos o miles de km de alcance el número de posibles objetivos sería muy elevado para protegerlos eficazmente.
Es por ello puede ser interesante otra posibilidad aprovechando la principal vulnerabilidad de las bombas volantes autónomas, su baja velocidad. Ello sería usar vectores aéreos para derribarlos, creando una franja de terreno donde pudieran actuar sin riesgo de fuego amigo de la propia defensa aérea.
Sin embargo, usar aviones de combate para derribar este tipo de objetivos no es viable. Su velocidad mínima, incluso la de los aviones rusos diseñado para ser muy maniobrables a baja velocidad supera la velocidad de crucero de las armas a batir, y dificulta su derribo.
Por ello sería mejor usar helicópteros o aviones STOL como en AN-2 (un avión del estilo de Casa 212 español) para dicha tarea, armados con una ametralladora de 12,7 o 20 mm en el portón lateral o trasero, y abatiendo los blancos situándose a su altura lateralmente o delante a una distancia de seguridad de unos 300 m y disparando sobre ellos.
De esta forma la tarea de apuntamiento se simplificaría enormemente y sería fácil, incluso sin soluciones electrónicas de dirección de tiro destruir los objetivos.
En lugar de cientos de sistemas terrestres de corto alcance con una breve solución de tiro, a lo largo de más de 2000 km de frontera, una serie de aeródromos desde los que los helicópteros o aviones AN-2 despegaran bajo los dictados del sistema de designación de blanco para interceptar a los objetivos.
Un arma a 180 km/h tardaría unos 33 minutos en adentrarse 100 km en territorio ruso. Y más de una hora para alcanzar una profundidad de 200 km. Ello daría tiempo para poder despegar, localizar los objetivos, alcanzarlos y derribarlos. Incluso si son múltiples derribándolos sucesivamente.
Para ello sería deseable aunque no imprescindible disponer de sistemas de auxilio a la puntería para compensar la pérdida de visibilidad en condiciones adversas, como radares portátiles o cámaras térmicas.
De esta forma el sistema de defensa aérea se iría trasladando al tiempo que los objetivo y en dirección a ellos permitiendo abatir a muchos de ellos mientras se van adentrando hacia sus objetivos, reduciendo la eficacia de los ataques de saturación, y permitiendo un bajo coste por derribo
En todo caso harían falta unos 200 aviones ligeros y/o helicópteros de tipo medio para garantizar altas posibilidades de éxito. Son recursos que algunos caso debieran retraerse del frente o adaptar aeronaves civiles, de la que ha miles en Rusia.
Pero la realidad es que bien pudiera la única opción real eficaz y eficiente de garantizar una elevada tasa de derribos y reducir el impacto de ofensiva aérea Ucraniana, siempre asumiendo que la seguridad total no existe y es probable que algunos drones alcanzaran sus objetivos, especialmente si se atacan infraestructuras no vitales que puedan haber sido protegidas por sistemas de punto
Porque la realidad es que dudo que Rusia tenga ahora mismo artillería antiaérea modernizada suficiente capaz de hacer frente con garantías a una amenaza tan volátil.
Por supuesto, todo ello debería ser complementado por medidas soft kill, como el uso de contramedidas electrónicas que intenten bloquear o decepcionar los sensores GPS o láseres que cieguen sus ópticas en caso de disponer de ellas.
El sistema puede ser complementado por otra capa con aviones más veloces pero con baja velocidad de pérdida del estilo del AN 28 capaces perseguir los blancos que escaparan a la primera red y se adentraran más en la profundidad de la “Madre Rusia”.
Otras amenazas como misiles de crucero o balísticos, pueden ser perfectamente asumidas por la defensa aérea tradicional, pues son objetivos rentables para los misiles.
Otro problema puede venir del uso de cohetes GMRLS o directamente el bombardeo con proyectiles no guiados de la inmediata retaguardia rusa, tal y como ya se hace en las áreas ucranianas bajo control ruso. Pero eso ya no es un problema de defensa aérea propiamente dicho. Aunque no puede descartarse el uso de misiles obsoletos S300 y próximos a su fin de vida útil para derribar los GMRLS.
Lo dicho aquí, es un análisis de las posibilidades a corto plazo para resolver una posible amenaza emergente
Con tiempo, pero sin pausa se deberían adoptar medidas especificas para combatir esta amenaza, como es el desarrollo de nuevos sensores de detección, especialmente buscando la forma de elevarlos sobre el terreno para ampliar su horizonte radar, y sistemas tripleA con mayor alcance y capacidad de destrucción al primer impacto.
Asimismo conviene valorar el desarrollo de drones de defensa aérea para combatir estas amenazas con sensores y armas apropiadas para ello
Como puede verse, la aparición de los drones baratos como instrumento de incursión y ataque aéreo, y su posible uso sobre la retaguardia del enemigo, supone un reto, incluso para la más poderosa defensa aérea del mundo, que hay que afrontar y prevenir.
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