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España. Deuda, maquillaje presupuestario y pesebre público

Decir que la Deuda Publica aumentó en 72000 millones en 2023, un 4,7 sobre el PIB, es tan cierto como afirmar que esa misma Deuda Pública ha crecido en 93000 millones en los últimos 12 meses, hasta representar un 6,2 del PIB.

¿Cómo es posible esto?

Resulta que mientras en enero año 2023 se redujo la Deuda Pública en 12800 millones de euros, este año ha aumentado en más de 8000 millones, abriendo una brecha total de 21000 millones de Déficit Público en tan sólo un mes.

Esto es así porque mediante la ingeniería financiera del Gobierno ha ido retrasando pagos y reconocimiento de deudas durante el final de año 2023 para maquillar los datos de 2023, y así engañar a Europa sobre la verdadera dimensión del déficit fiscal, generado por la necesidad de aumentar el pesebre público para evitar el hundimiento total de la actividad empresarial privada.

No es vano las quiebras empresariales en España no han hecho sino crecer desde 2020, otro indicador en el también estamos a la cola de Europa.

Es algo que ya se intuía en el ultimo cuatrimestre de 2023 a consecuencia de la evolución negativa de los datos de recaudación, que no cuadraban con los gasto “reconocido”, tal y como me atreví a poner en consideración en su momento.

Reconozco que estaba bastante perturbado por el hecho de que tardara tanto en aflorar esta realidad del parón económico real del sector privado y el agotamiento de la capacidad de exprimir a los ciudadanos por parte del Estado.

Y es que la realidad y los datos al final siempre acaban imponiéndose al discurso y al maquillaje estadístico y contable al que nos tiene acostumbrado este Gobierno y sus secuaces mediáticos, que se empeñan en describir un estado económico envidiable mientras España se hunde en lo mas profundo de una crisis que tan sólo la deuda publica y los casi 90000 millones de ayudas de la UE logran minimizar retrasando sus inevitables efectos.

El hecho cierto es que España a tenido la peor evolución económica de toda la UE tal y como muestras los indicadores de gestión económica.

Mientras, países del Este que hace 30 años estaban quebrados y con rentas per cápita dos y tres veces menores, nos vienen superando los últimos años evidenciando aún más los graves problemas estructurales que todos los agentes políticos económicos y sociales obvian mientras siguen carroñeando los restos del cadáver.

En el proceso, algunos sacan grandes beneficios del sistema partitocrático instaurado hace ya más de 40 años en España, otros muchos viven del sistema clientelar creados, incluidos clases pasivas, empleados públicos, agentes sociales, y una multitud de instituciones sin animo de lucro y empresas que se benefician de subvenciones y contratos públicos.

España desde 1982 ha vivido primero de la rentas de franquismo, del endeudamiento privado auspiciado por la burbuja inmobiliaria mas tarde, y desde 2008 es una economía moribunda, sustentada por el oxigeno que artificialmente se le insufla a través de la deuda publica que sirve para compensar el endémico y «estructural» déficit publico que debe compensar la falta de empuje del sector privado.

Un proceso que se ha acelerado durante el Gobierno Sánchez, hasta llevarnos a una deuda que próximamente superará el billón y medio de Euros, y que en 2026 previsiblemente supondrá sólo en costes de intereses casi 45000 millones anuales, 1000 euros por persona y año.

Todo ello en un contexto donde sin un crecimiento por encima del 5% durante varios años, será imposible mantener el sistema publico de pensiones, incluso si consideramos sostenible en el tiempo el escenario de déficit público sistemático.

Un enorme pesebre público que debe sostener un menguante sector privado ahogado por unos impuestos que desincentivan la inversión y desaniman el esfuerzo y el trabajo.

Las consecuencias son evidente, aunque se oculten a la Sociedad. Casi 6 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, otro indicador en el que también destacamos. Esta pobreza además se ceba en familias y especialmente en los niños, el futuro del país.

Sin embargo, ello tan sólo es la punta del iceberg del proceso de progresivo empobrecimiento de las clases medias, mediante la reducción del poder adquisitivo de los salarios, la precarización laboral y el aumento de los gastos vitales que hacen que cada vez mas familias vayan agotando sus ahorros para «ir tirando».

Este proceso de destrucción de la riqueza de las clases medias, arrastradas a la pobreza, el asistencialismo y la dependencia del Sistema, se hace evidente desde el momento en que en un país donde la renta per cápita ajustada a la inflación es menor que hace 15 años, mientras las clases altas han aumentado su riqueza en detrimento de las menos favorecidas.

Es la magia del Socialpopulismo.

Y mientras tanto, un país con más de 4 millones desempleados reales, con unos servicios públicos ineficientes y colapsados, e incapaces de garantizar un mínimo nivel de vida a sus ciudadanos, no hace sino aceptar millones de nuevos inmigrantes, de los que una buena parte aspiran a vivir de los servicios sociales sin trabajar, al tiempo que el resto no hace sino presionar los salarios a la baja y desincentivar la inversión productiva y tecnológica que aumente la eficiencia.

8,8 millones ya, sin contar los nacionalizados, el 18,1% de la población, casi el 25% en Madrid, Cataluña, o la Comunidad Valenciana, de los que 2 millones han llegado a partir de 2021.

Todo ello por supuesto con la consecuente presión en el mercado inmobiliario, en un país donde apenas de construye vivienda nueva y se desincentiva el alquiler de la vivienda vacía. A mayor interés y beneficio de los grandes tenedores de viviendas de alquiler, incentivando la inversión inmobiliaria improductiva en detrimento de la inversión productiva empresarial.

Mientras, los salarios caen a causa del exceso de oferta, y el poder adquisitivo cae victima de la inflación selectiva que afecta especialmente a vivienda energía y alimentación, el gasto mas importante de las clase humildes. Y al tiempo el Estado no hace sino aumentar la presión fiscal reduciendo aun más la capacidad de ahorro familiar y de inversión de las empresas.

Y a pesar todo este panorama sustentado por los fríos datos y su evolución, no existe el más mínimo atisbo de autocritica y mucho menos propósito de enmienda por parte de la superestructura social que controla y gobierna este país.

Lo más triste es ver como la mayoría de la Sociedad asume esta circunstancia, sea porque les interesa, por ignorancia o puro conformismo, ahogados en el mar de manipulación y desinformación mediática impuesta por un sistema partitocrático, en el que todos participan y benefician del sistema en detrimento de la ciudadanía ignota.

Y aún más lamentable, cómo la mitad de la Sociedad que aún sustenta una buena vida a cuenta del pesebre o las rentas pretéritas, prefiere mirar a otro lado buscando mantener su trozo del pastel, sin pensar que tarde o temprano se acabará la harina, los huevos y la leche con la que se hace. Prefieren pensar que «Papá Estado» siempre estará ahí, y no preguntarse de donde sale el dinero.

Todo ello crea un contexto social tan absurdo como para considerar un grave delito penado con muchos años de cárcel, y el oprobio publico, los esfuerzos de los ciudadanos por evitar el expolio legal de sus bienes y rentas, tipificándolo como delito de defraudación fiscal, mientras se acepta con normalidad la impunidad del despilfarro y malversación del ese dinero, por parte de políticos y burócratas, mientras se sea participe de las migajas con las que se compra el silencio y comprensión de buena parte de la Sociedad.

Esta degradación moral que supone el hecho de que buena parte de la Sociedad, acepte y participe de buen grado este modelo de clientelismo económico y político con tal de poder vivir bien con el menor o ningún esfuerzo ni merito para merecerlo, nos arrastra irremediablemente a una crisis económica de una magnitud nunca vista.

Argentina, Cuba o Venezuela fueron otrora ricos y prósperos países, con niveles de vida muy superiores a los de la España de su época. Sólo hay que ver su actual situación económica para ver cual es nuestro destino no tardar muchas décadas, quizá sólo años, de no enderezar el rumbo y realizar profundas reformas socioeconómicas.

El problema es que no existe incentivo para que este cambio radical de rumbo sea liderado por la misma superestructura social que se beneficia de la corrupción del sistema, en el más amplio sentido del término.

Tampoco cabe esperar que quienes los millones de ciudadanos que se aprovechan del pesebre publico favorezcan un cambio socioeconómico que amenace su estatus. Tan sólo protestaran el día que se seque el manantial de dinero publico que les sostiene, preguntando enojados y sorprendidos ¿Qué hay de lo mío?.

Sólo cuando los cada vez menos que tiran del carro, donde cada vez mas buscan subirse para ser llevados cómodamente, se cansen o agoten, empezarán a preguntarse por qué nadie hizo nada para evitar la catástrofe.

Decir que la Deuda Pública aumentó en 72000 millones en 2023, un 4,7 sobre el PIB, es tan cierto como afirmar que esa misma Deuda Pública ha crecido en 93000 millones en los últimos 12 meses, hasta representar un 6,2 del PIB

Así de fácil resulta modificar el discurso para seguir perpetuando un modelo agotado y evitar hacer las profundas reformas precisas para el desarrollo económico y social que garantice el bienestar y las pensiones futuras de todos lo españoles, y no tan sólo de sus élites.

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